Quienes siguen Marcaró, saben que Grondona (no Mariano, aunque él también tiene sus cosas) es objeto frecuente de mi preocupación.
Es un delincuente de guantes blancos (un poco agrisados, en realidad), de esos que han acumulado inmensas fortunas con maniobras semidelictivas, siempre al filo de la ley, y único personaje argentino que se ha mantenido en el poder durante más de treinta años. De la AFA, me dirán ustedes con desdén. Sí, en la AFA, entidad que es objeto siempre de preocupación de políticos y gobernantes.
Cuando Grondona visita la casa de gobierno, siempre obtiene lo que quiere. ¿Por qué será?
Durante todos estos años ha ido tejiendo una siniestra red de complicidades y adhesiones sobre la base de sobornos y chantajes. Todo el mundo le debe algo. Todo el mundo lo teme y lo odia. Pero le obedece y lo reelige.
En su momento, hizo un criticadísimo contrato (¡por quince años! ¿quién contrata por tan largo plazo?) con Carlos Ávila, dueño de Torneos y Competencias, otorgándole el derecho exclusivo de la televisación de los partidos de fútbol. Es decir, dos buitres se ponían de acuerdo para el reparto de la carroña. Carroña nada despreciable, por cierto.
Como siempre, esto lo hizo Grondona como dueño de la AFA. Por supuesto, repartió muchos huesos entre sus cómplices incondicionales, los "dueños" de los clubes.
Pero el fútbol es un negocio que no camina. Gente que no va a los estadios, desalentada por las bandas de fascinerosos que los dominan, gque son a su vez prohijados por los dirigentes, que los usan para sus finalidades políticas (echar a un jugador, a un entrenador, desacreditar a un rival en la comisión directiva), y que a veces, como no responden a otra ideología que no sea la guita, se les dan vuelta ("hemos creado un Frankestein", dijo un dirigente importante).
Además, se hacen contratos millonarios y por tanto impagables con jugadores y entrenadores, efímeramente famosos y cuya fama decae impiadosamente de inmediato cuando tienen una serie de fracasos continuos, obligando a un nuevo costoso ciclo de reemplazos.
Total, saben que a la larga la AFA paga. Así, los clubes acumulan grandes deudas con entrenadores, jugadores, el gobierno (a través de la Afip), los representantes y otros clubes, a los que deben saldos de pases de jugadores que se comprometieron y no terminaron de pagar.
Todo debe tener un final, un límite que no se puede ya traspasar, ya que no hay plata que alcance. ¿Quién paga finalmente todo eso? Torneos y Competencias ofreció a adelantar plata, pero no más plata.
Grondona tuvo entonces la idea. ¿A quién exprimir, cuando ya no queda nadie?: al gobierno, claro. Al gobierno le interesa el fútbol, pasión de las masas, y apelando al viejo pan y circo, podemos ofrecerle una diversión gratis para que se dejen de joder un poco.
Y ahi va: se rompe arbitrariamente el contrato con T. y C. y se hace uno más ventajoso con el gobierno. Y ojo, que no es que Crab vaya a hacer la defensa de T. y C., que es otra mafia delincuente, sino que, como decían los latinos "pacta sunt servanda" (los contratos se hacen para cumplirlos), y lo contrario trae graves consecuencias. No se puede prometer, sin consecuencias, algo que luego no se quiere cumplir.
El gobierno ofrece pagar 600 millones por lo que T. y C. paga algo más de 300. Flor de negocio para Grondona y Cía. Torneos y Competencias amenaza con un juicio que seguramente ganará.
¿Quién pagará la diferencia entre un contrato y otro? Usted y yo, nos guste o no el fútbol.
¿Quién pagará la indemnización que reclamará T. y C.? No la AFA, que como vimos está fundida. (Ojo, la AFA está fundida, no sus dirigentes, ultramillonarios: Grondona tiene palacios en Italia, Suiza... Aquí, una ferretería en Sarandí).
Lo pagaremos, claro, usted y yo, nos guste o no el fútbol.
La democracia es el gobierno de las mayorías, pero también, fundamentalmente, el respeto por las minorías. De los que no nos interesa el fútbol, por ejemplo.
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