Último capítulo dedicado a los jesuitas
Earl Warren fue manipulado por los jesuitas cuando fue gobernador de California. Earl Warren fue uno de los siniestros teóricos del espantoso sistema de los campos de concentración aplicado a los japoneses residentes en Norteamérica. Fueron su creación. Desencadenó los movimientos antijaponeses durante la segunda guerra mundial. Los japoneses son en conjunto gente honesta, pacífica y respetuosa de las leyes. Se los despojó de todas sus granjas. El control que ejercían sobre la producción les fue arrebatado por las corporaciones católicas romanas, detentadas por los Caballeros de Malta, exactamente como sucedió con los indígenas de Norteamérica. Penetraron incluso en sus cementerios para robarles todo el oro, antes de expedirlo a Roma encubiertos por sus misiones.
Por lo tanto, Earl Warren estaba inmerso en todo eso. Como era un sujeto dócil, lo nombraron en la Corte Suprema. Era presidente del tribunal.
Era masón grado 33, implicado en el asesinato de Kennedy, y en la decisión de la Corte Suprema de 1966, estuvo en favor de la mezcla forzosa de razas, y a favor de la integración con el caso Brown contra el Ministerio de Educación en 1954.
Podría llegar a pensarse que estoy intentando substituir judíos por jesuitas para provocar odio y animosidad contra los jesuitas. Quisiera aclarar: por empezar, hay una diferencia esencial entre la Compañía de Jesús y la raza judía.
No sabemos qué es exactamente la raza judía. Por mi parte, no lo sé. Pienso que sólo Dios lo sabe. Pero se trata de una civilización muy activa en el comercio y los negocios, y tienen su propia cultura, sus comunidades. Los jesuitas, en cambio, son un ejército. Son soldados. Están bajo juramento, una vez que reciben las enseñanzas del grado 4º, y se les dan las Instrucciones Secretas.
Según otro caballero, existe un grado más allá del cuarto, que releva del luciferanismo absoluto. Es lo que decía Jim Arrabito, que murió misteriosamente en un accidente de avión en Alaska el 2 de setiembre de 1990. Jim Arrabito era un lider de los Adventistas del Séptimo Día, y conocía perfectamente la historia de los jesuitas.
Como quiera que sea, la diferencia entre los judíos y los jesuitas reside esencialmente en el hecho de que los primeros son un pueblo, y los segundos un orden cerrado resuelto a enfeudar a todas las naciones al poder papal.
Esta no es una teoría conspiracionista más, ni producto de mi imaginación, otros han probado ya los hechos, y no hago más que repetirlos. Si leemos El Papa Negro de Cusack, no hace sino repetir la misma cosa. Era una monja, convertida al evangelismo en 1896. Tiene importancia porque en tanto que monja, estaba íntimamente ligado a los sacerdotes, y particularmente a los jesuitas, antes de convertirse al evangelismo. Ella sabía, había vivido eso desde el interior. El libro es muy importante porque fue retirado de todas las bibliotecas del mundo. Permanece sólo un ejemplar al alcance del público en el British Museum.
O sea que las ideas fuerza que defiendo no son mi opinión: están apoyadas por expertos en historia de los dos últimos siglos. Me apoyo en gigantes. Personajes extremadamente brillantes.
Nicolini, un católico romano convertido al evangelismo, implicado en la revoluciòn italiana de 1848, debió huir y exilarse en Inglaterra, donde escribió su gran Historia de los Jesuitas, previniendo a los ingleses que si los jesuitas buscaban destruir el país bajo Elizabeth, continuarían sin ninguna duda haciéndolo bajo Victoria.
Tenemos también a Theodor Gnesinger, el alemán que escribió Los jesuitas como una historia contada a su pueblo (823 páginas de documentación sobre los hechos y gestas en todos los países). Y supe después que fue él quien dijo que los jesuitas podrían muy bien planificar otra guerra de los Treinta Años. Esto lo escribió en 1873.
Es decir, que estos personajes clarificaron e hicieron evidentes los fines y el poder de la Compañía de Jesús.
Nadie todavía, en el siglo veinte, ha escrito la historia integral de lo que ellos realizaron entre 1900 y 2000. Desearía verdaderamente que alguien que poseyera ese saber, conociendo la gramática y la ortografía, y siendo capaz de expresarse en una prosa agradable, pudiese hacerlo y volcara al papel una historia moderna de sus acciones. Ridpath se aproxima, pero acaba su trabajo con la Historia Universalen medio de los años 1850. Ningún historiador digno de ese nombre ha realizado para nosotros ese trabajo desde entonces.
Eso sucede porque los jesuitas tienen todos los colegios y las universidades bajo su control. Y esas universidades verían rechazadas sus demandas de ayuda si comenzaran a revelar bajo su verdadera luz a la Compañía de Jesús.
Entonces, con todas esas leyes “bien pensantes", todo aquello que pueda decirse con toda honestidad sobre los jesuitas será transformado en un crimen de pensamiento, lo que no se corresponde con lo que hacemos. No hacemos sino decir la verdad.
Me gustaría que en EEUU se produjera lo mismo que en Inglaterra en el siglo xvi, cuando muchos jesuitas abandonaron la orden. Eran jesuitas inteligentes y pujantes, implicados en la revolución tendiente a transformar Inglaterra. Se revelaron contra el poder en lugar de cumplir con aquello a lo que estaban obligados, y como represalia, el gobierno inglés expulsa a todos los jesuitas en conjunto de su territorio, porque estaban considerados como traidores y conspiradores peligrosos para el trono de Inglaterra y la independencia nacional; un país debe ser dirigido por su propio pueblo.
La solución consistiría en expulsar a los jesuitas, en declararlos fuera de la ley, y desterrarlos.
Podría ser otorgado un plazo de gracia, durante el cual los jesuitas arrepentidos pudieran ser perdonados a condición de contar todo lo que saben. ¿Pero porqué los jesuitas habrían de arrepentirse si ese gobierno está controlado por el Consejo de Relaciones Exteriores, que está él mismo bajo control jesuita? El gobierno nacional –y el gobierno mundial– está controlado por los jesuitas a través del hampa y la masonería de alto rango.
Etiquetas: Un cacho de cultura.