Mascaró


Alea jacta est

Crab no se responsabiliza por las opiniones vertidas en este blog, que a veces ni siquiera comparte.

No toda la información aquí publicada ha sido debidamente chequeada. Ley 23444.

La idea de este blog es crear un espacio amable y compartir recuerdos, puntos de vista o apreciaciones con gente amiga o en proceso de serlo. Por tal motivo queda prohibido el acceso de energúmenos, cuyos comments serán eliminados. Crab atenderá y contestará por línea directa (ver Perfil) a todos los que quieran insultarlo, amenazarlo, amedrentarlo, despreciarlo o menoscabarlo. Quienes busquen sus efímeros 15´ de fama aquí, no los encontrarán.

Los contenidos de esta página pueden afectar creencias tradicionalmente aceptadas respecto de cualquier institución, grupo o individuos, tales como el estado, el gobierno, la iglesia, el sindicalismo, las fuerzas armadas, la familia, el capitalismo, el imperialismo, las madres de Plaza de Mayo, la Asociación Argentina de Fútbol, el Ejército de Salvación, la Organización Scoutista Argentina, los homosexuales, los negros, los judíos y los chinos. El acceso a la misma por parte de menores de edad queda librado por lo tanto a la responsabilidad y vigilancia de los señores padres.

sábado, abril 16, 2011

¿Que cosa es un blog?

Un blog es eso: una satisfacción de nuestra vanidad, un grito, un dolor, un lamento, una alegría, participar de un fugaz momento de felicidad, de desdicha, un temor, una esperanza…

Para mí significó un ejercicio. Comprobar que la mano se deslizaba sola, sin que el cerebro la guiase, que las palabras iban surgiendo -sin ideas, eso sí- espontáneamente, y que a veces hilvanabas cosas coherentes. A veces…

Y así se forman lazos. Hay algún loco que de repente nos lee y alguna vez sintió o vivió algo parecido. Y nos participa. Y tiene un blog, y nos invita a leerlo y a hacer un link. Y lo leemos. Y nos decimos: “éste está loco: para qué necesita un link conmigo, si escribe diez veces mejor” (porque si hay algo que Crab tiene es su modestia, rayana muchas veces en el escepticismo). Y hacemos el link. Y de ese link surgen nuevos amigos, y así…

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lunes, agosto 03, 2009

Indiferencia



En realidad, si uno observa bien su mirada, indiferente a todo, como si nada, no verá pizca de vanidad en ella. Crab, si pudiera hacer semejante despliegue de esplendor, no le dirigiría su mirada a nadie

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miércoles, octubre 31, 2007

¿Quién entiende a las mujeres?


Una lectora asidua de Mascaró (que las hay, que las hay…), se queja de que en mi último post, donde hablo supuestamente de su desamor, la chantajeo.
Claro, los posts -piensa Crab-, son botellas al mar. Uno no sabe si alguien habrá de recogerlas, y en cualquier caso, el sentido cambia según sea quien la recoja. Además, quien la recoje ni siquiera sabe si es en realidad el destinatario.
Cuando Crab hablaba, saturado ya de desamores, pensaba en ese desamor, es cierto, pero también en general en todos los desamores, de los que la vida rebosa.
Claro, hay una premisa previa, y es que a la gente (y sobre todo a los hombres, debo reconocer, aunque no sea del todo mi caso) le cuesta entender: que el hecho de que yo te quiera, no debe necesariamente significar que tengas también que quererme. Al punto de que hay tipos que matan con esta convicción: “¿Cómo, yo te quiero y vos querés a otro?”.
Pero la cosa cambia cuando le decimos (o le damos a entender) a una mujer que la queremos, ella consiente y retribuye, alentándolo, nuestro amor, y de repente, un buen día, nos dice que lo ha pensado mejor, y que no.
O sea, se dejan amar, aceptan, alientan nuestro amor, dicen retribuirlo, y luego, lo piensan mejor, y no. Nada en nuestra conducta ofrece una explicación para este tan drástico cambio. Pero ellas como si tal cosa, como si ese repentino no fuera la cosa más natural del mundo.
Y encima, si nos quejamos, las estamos chantajeando. Es una actitud típica: convertir nuestra lógica reacción en conducta culpable, eximiéndose de toda responsabilidad y haciéndonos sentir además culpables por nuestros reproches. La vieja táctica del ajedrez: no hay mejor defensa que un buen ataque.
Bueno, Crab ha dedicado, con mayor o menor suerte, gran parte de su vida a querer mujeres, y -repetidas veces lo ha dicho-, a pesar de haber compartido muchos años con ellas, y de haberlas querido tanto, ha renunciado a todo intento de comprenderlas.
Con los hombres es mucho más fácil -decía un amigo gay-, y a pesar de que no me convenció de cambiar de camiseta, debo reconocer que en ese aspecto tiene toda la razón.
Los hombres somos directos: decimos a, y queremos decir a, y no b. Las mujeres dicen a y significan todo el resto del alfabeto menos, por supuesto, a. Entre hombres siempre nos entendemos (salvo, claro, el caso de traidores y perversos que nunca faltan). Pero con las mujeres, ¡cuántos problemas! Siempre interpretando nuestras palabras, intentan darles un sentido que no tienen, buscan intenciones que nunca tuvimos, sospechando de ellas, como si uno nunca fuera capaz de decir la verdad, o de tener sentimientos o intenciones claras y correctas. Una vez más, por favor: ¿quién entiende a las mujeres?
Pero eso sí: igual las adoro.

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domingo, octubre 28, 2007

El tema de la semana - Caetano Veloso - Eu sei que eu vou te amar

Crab, que anda sufriendo de mal de amores (¿será un masoquista empeñado en amar a mujeres que no pueden amarlo?) está atravesando un momento en que toda canción de amor le llega profundamente.
En este caso Caetano, que asegura que la ha de amar por toda la vida. Sabemos que raramente resulta ser así, que todo amor pasa, que sería muy desgarrante aferrarse para toda la vida a ese clavo ardiente que es el amor no correspondido, y que por lo tanto, la memoria (o la desmemoria), condolida, comienza a operar para nuestra salvación.
Pero ahora, sumergido en el dolor, nos gusta creer que la amaremos para toda la vida, y así intentamos salvar en parte todo lo que pusimos en ese amor que no fue, y que nos duele perder, sin saber además muy bien porqué.
Como de costumbre, la letra:
Eu Vou Te Amar
(letra de Vinícius de Moraes/ música de Tom Jobim)

Eu sei que eu vou-te amar
Por toda a minha vida
Eu vou-te amar
Em cada despedida
Eu vou-te amar
Desesperadamente,
Eu sei que vou-te amar
Ahhh
Por cada verso meu, cada verso meu
Será para te dizer que
Eu sei que vou-te amar
Por toda a minha vida

Eu sei que vou-te amar
Por toda a minha vida
Eu vou-te amar
Em cada despedida
Eu vou-te amar
Desesperadamente
Eu sei que eu vou-te amar

Eu sei que eu vou-te amar
Por toda a minha vida
Eu vou-te amar
Em cada despedida
Eu vou-te amar
Desesperadamente
Eu sei que eu vou-te amar
Por toda a minha vida

Eu sei que vou chorar
A cada ausência tua
Eu vou chorar
Mas cada volta tua
Há-de apagar
O que esta ausência tua me causou

Eu sei que vou sofrer
A eterna desventura de viver
À espera de viver
Ao lado teu
Por toda a minha vida
Eu sei que vou-te amar

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lunes, octubre 22, 2007

La desesperanza


Crab, invadido a la vez por el escepticismo y el nihilismo, ha llegado a la conclusión de la inutilidad de toda acción. Es una mriada personal: admira a los que hacen cosas, pero siente que nada de lo que haga puede importar a nadie, ni siquiera a él mismo. Y mucho menos un blog, por supuesto.
De modo que desde ahora, y en tanto no mude ese estado de ánimo (si es un estado de ánimo, y si es que muda) el blog cambiará la frase del día, y mantendrá el tema de la semana, sólo para mostrar que no está muerto. Aún.
Esas son las cosas que puede hacernos el amor. O el desamor.

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viernes, octubre 12, 2007

Lo que debiéramos modificar en nosotros

Crab siempre fue un convencido de que la cortesía es la mejor manera de conseguir las cosas. Y además nos cuesta menos desgaste que enojarnos. Es siempre negocio.
Por ejemplo, todo el mundo habla de que los parisienses (¿o parisinos?) son descorteses. Crab, precedía siempre su pedido de indicaciones, con un "¿sería usted tan amable?" o alguna fórmula parecida, que los franceses tienen muchas. La respuesta era invariablemente cortés y educada: nadie (ni siquiera los parisinos) es indiferente a la cortesía. Lo que pasa es que están podridos de la mala educación y la prepotencia de los gringos, y claro, están muy a la defensiva.
La experiencia vale también acá. Crab saluda siempre a los conductores de ómnibus (que a veces lo miran con mirada llena de asombro, pero que invariablemente contestan el saludo, aunque sea con un "buenas"), a los cajeros del banco (con los cuales, como son ya conocidos, se intercambian ahora frases de cortesía, como "buen fin de semana", o ¿"cómo pasaste el fin de semana"?, que nos ayudan a pasar mejor el día). Y a los cuales -si bien este es un valor agregado- ya se les pueden pedir favores especiales, como dejarles el depósito para que lo procesen al cierre de horario y venirlo a buscar mañana.
Pero hay otros aspectos. La suciedad, a la que todos contribuimos. La primera vez que fui a Río quedé asombrado de la cantidad de basura que había por todos lados. Con una agravante: muchos eran residuos de los jugos a los que los cariocas son tan afectos, o sea, cáscaras y pulpas de frutas, lo que unido al calor ambiente, formaban un olor permanente a descomposiciòn que resultaba poco grato. Eso ha mejorado ahora. Hay una conciencia en la gente de que debe contribuir para mejorar la limpieza de la ciudad, y todos se esmeran en ello. Resultado: Río es ahora más limpia que Buenos Aires, donde todos tiran lo que ya no les sirve en cualquier parte, no importa que haya recipientes ad-hoc.
No hablemos de las ciudades europeas. Ahí hasta los nuevos ciudadanos, procedentes en general de pueblos árabes o africanos, se dan cuenta de que las cosas son diferentes, y es muy grato ver cómo siguen también las reglas establecidas. Es lo que se llama educaciòn, pero en este caso por el ejemplo, que es la mejor forma de educar. Cuando vemos que los demás, todos los demás, proceden mejor que nosotros, y que ello da por resultado una mejoría en la calidad de vida, lo imitamos.
Acá, una incitación a un ciudadanos a proceder como se debe, es en general un motivo de pelea. Crab, que es por naturaleza un peleador, no rehuye el desafío, pero admitamos que eso reduce nuestro promedio de vida (por la mala sangre que nos hacemos).
Crab también fue educado por el ejemplo. Estaba casado con una mujer descendiente de suizos, que fumaba por la calle, pero que para no tirar la ceniza al piso, llevaba una cajita para recojerla (una especie de cenicero ambulante, digamos). Ni hablar, por ejemplo, de tirar el pucho al suelo. Menos aún la etiqueta vacía. Bueno, admitamos que esto es exagerar las cosas, pero gracias a ello, los hijos de Crab mantienen todos limpita la ciudad, y así harán con seguridad los nietos. Son tradiciones que difícilmente se pierden.
Mañana la seguimos.

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lunes, octubre 01, 2007

Marxismo, religión, coherencia


En un post anterior, un anónimo(a) pone en duda mi pretendido marxismo, y que éste, como sostengo, sea una religión.
Lo que me obliga a cuestionarme, y a preguntarme con qué títulos, en efecto, me pretendo marxista (lo que ahora, después de ser casi ya pasado, no constituye tanta vanagloria). De paso: siempre me pregunto con qué títulos alguien se presenta como escritor, como poeta, como filósofo. ¿Quién les da esos títulos? ¿Feinmann es en serio un filósofo? ¿Abadi es en serio un escritor?
Creo que un auténtico marxista, en efecto, si es auténtico, no puede vivir en un entorno capitalista, que siempre estará en contradicción con sus convicciones. ¿Cómo conciliar las apetencias en las que hemos sido educados con las cosas más elementales que puede proporcionarnos un país socialista?
Siempre admiré de la URSS que no hubiera hipódromos, ni lotería, ni casinos, cosas en las que mucha gente no reparaba. Que la diversión favorita de los rusos fuera el ajedrez (lo que les deparó durante muchos años la supremacía mundial en ese juego), la música, el ballet, y que los ingresos a esos espectáculos fueran gratuitos o poco más, no eran considerados grandes méritos. Y sin embargo...
Que todo el mundo tuviera trabajo, y a cambio tuviera su vivienda, su educación, y su atención sanitaria gratuita. Además de los arreglos necesarios para el mantenimiento en correctas condiciones de funcionamiento de su vivienda, que estaban también a cargo del estado. Todo esto se puede relativizar. Para conseguir que le arreglaran un caño que perdía había que esperar a veces hasta un mes, pero ¿cuántas veces tenemos nosotros que pedir turno a un plomero, al que además le pagamos?
A cambio de eso había restricciones. Los liberales protestan por el cercenamiento de la libertad de expresión. Desde su punto de vista tienen razón (y no entraré a recordar cómo eran las cosas en tiempos de los zares, porque no viene a cuento), pero yo estoy de acuerdo con que una revolución no puede permitirse el lujo de tener (y mantener) una oposición. Una revoluciòn es eso: viene a trastornarlo todo, y al que no le gusta (eso sí: debe darse la opción) que se vaya.
Desde el punto de vista económico, es cierto, el marxismo no alcanzó sus postulados. La plusvalía del trabajador con la que se quedaba el capitalismo pasó en el experimento soviético a perderse entre los estratos de la frondosa burocracia, así que no llegó del todo a las manos del trabajador. Se igualó suprimiento a la clase media y reemplazándola por una clase dirigente más poderosa y menos numerosa.
Todo esto en líneas generales.
Pero otro gran logro de la URSS fue la supresión de la moda (ahí me tiré a todas las mujeres encima) y de la publicidad. Imaginen la economía que significa. ¿Para qué necesito hacer publicidad si fabrico un solo modelo de zapatos, que se diferencian nada más que por el número y el color? Igual vale para los pantalones, los vestidos, etc. Pero el ahorro que significa en cuanto a la planificación de la economía, en cuanto al cálculo de las diferencias en colores, en modelos, que debía obedecer a caprichos de diseñadores que antes imponían modelos y colores, dirigiendo de ese modo a la opiniòn pública, vale la pena. Sólo, es cierto, que podrían y hubieran debido nombrarse planificadores con mejor gusto.
Pero, original innovación, chicas: si querías que un tipo se fijara en vos, ahora no dependías de un vestido ajustado o de un color atractivo: todos eran iguales. Dependía exclusivamente de tu capacidad de atracción: tendrás que apelar a otros encantos. Cultivar tu vacío cerebrito, estudiar, quizás, etc.
Recuerdo que un día charlaba con Haroldo Conti, quien acababa de estar un mes en Cuba, donde había sido invitado para ser jurado de La Casa de las Américas. Toda la tarde contándome las maravillas de Cuba, donde la gente hacía cola para comprar el pan, porque todos podían comprarlo, donde hacían cola para ir a un restorán, porque ahora todos podía ir, y así... Con algunas contradicciones, claro. Entonces, al final de la charla, y para hacer como una síntesis de lo conversado, le pregunto:
-Bueno, pero Haroldo, en resumen: ¿te irías a vivir a Cuba?
-¡Ah, ni por putas!
Como vemos, el marxismo es un apostolado. Y no es para todos. Ni siquiera estoy seguro de que yo, con mis hábitos monásticos y mis pocas apetencias materiales, pudiera ser un buen feligrés. Quizás, después de todo, tenga razón anómino(a).

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jueves, septiembre 20, 2007

Un poco de piedad



Hoy, un Crab reblandecido, fumado y alcoholizado, les presenta esta imagen, apta sólo para gente sensible (los dos o tres que pueden quedar que visiten este sitio, en general impío), que todavía tienen la en general perdida capacidad de conmoverse ante la ternura.

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viernes, septiembre 14, 2007

Siempre el amor

Un blog forma parte de nuestra vida: lo mimamos, lo queremos, lo nutrimos con lo mejor que tenemos (lo que no siempre es así para los demás)... Pero no es el amor. Al blog podemos abandonarlo. En cambio, un amor...
¡Ah, un amor es otra cosa! Un amor es todo. Inluso más de lo que imaginamos. Nos saca de adentro cosas que ni sabíamos que teníamos. Hace aflorar lo mejor, lo más puro, lo más intenso de nosotros.
Pido perdón a los tres o cuatro fieles seguidores de este blog. Estoy entregado al amor. Mi indeciso amor, que durante tiempo me tuvo en ascuas, con sus idas y venidas, con sus negativas y aceptaciones, parece haber decidido permanecer. No sé porqué equivocado y en el mejor de los casos provisorio designio me ha elegido. Y estoy disfrutando plenamente de ésta su elección. Eso sí: el vacilante aleteo siempre continúa. Más lento, casi imperceptible, como una advertencia siempre latente. Pero casi no hago caso.
Me pregunto ¿será ahí cuando perdemos lo que tanto nos costó? ¿Será cuando nos confiamos en que ya conquistamos después de tan arduo afán ese espléndido territorio, que por dejadez lo perdemos?
No lo sé: en todo caso prometo cuidarlo.
Pero claro, uno conversa con los amigos. Quiere compartir con otros su felicidad, pero no. Este recorrido, que hacemos casi a diario, parece la revista de un campo de batalla: heridos y muertos a montones, adornan el paisaje.
¿Qué pasa, por dios, con el amor? ¿Quejas por doquier (hombres y mujeres)? ¿Porqué a todos les va tan mal? Y lo que es tan poco auspicioso ¿sólo a mí me va bien? ¿sólo yo amo y soy amado?
Si uno oye a los hombres, la queja es unánime: las mujeres son seres perversos, imprevisibles, incomprensibles, generalmente arteras y traicioneras, y casi imposibles de entender. Nada que hagamos habrá de conformarlas. Lo único que claramente persiguen y en lo que son coherentes, es el afán de perpetuarse. Pero... ¡Qué podemos hacer! ¡Son divinas!
Ellas se quejan de que somos inconstantes, que nos ocupamos de cosas nimias, en lugar de preocuparnos de ellas, que es lo que realmente debiera preocuparnos, que somos sucios, torpes, groseros y desordenados, y en general, carentes de ternura y delicadeza.
Claro, a mí me parece oyendo a habitantes de otro planeta. Vivo en el mundo del amor. Amo y me aman. No me importa ni entiendo nada más.
Ahora, el persistente aleteo sigue advirtiéndome que todo fluye, que nada permanece.
En un tiempo quizás volvamos a hablar. Por ahora soy feliz.
Y sé que el blog siempre está acá.

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miércoles, agosto 08, 2007

Dedicado a Estrella, no sé muy bien porqué

Crab vive en un par de torres gemelas. Cuando se sienta a comer o a leer, no puede evitar ver lo que pasa enfrente, ya que a Crab le gusta la luz natural y no usa cortinas (que las use el vecino, si no le gusta que lo miren). No son deleites de voyeur, aclaro: se trata de esas miradas ociosas que uno echa cada tanto, para descansar la vista.
El departamento de enfrente se alquiló, y vino a vivir en él una pareja de hombres. Andarían por los 35, más o menos. Estuvieron como un mes atareados en el febril empeño de poner a nuevo el departamento. Pintaron todo, hasta los adminículos más inverosímiles. Todo de un resplandeciente blanco. Y con una minuciosidad y empeño increíbles.
(Crab pensaba: "tanto matarse, para un departamento que no es de ellos. Deben ser buena gente").
Discutían bastante, pero se ve que en el fondo se querían. Seguramente eran discusiones futiles sobre si había que lijar un poco más, los colores a usar (que siempre estaban muy cerca del blanco, por otra parte), o sobre la mejor ubicación de algún mueble.
Después de un tiempo, la parte que estaban pintando quedó terminada y dejó de vérselos. Pasaron a trabajar en el dormitorio, que daba a un balcón frente al balcón terraza de Crab, que éste usa poco.
Así que por un tiempo los perdí de vista. Los veía a veces en la cocina, preparando comidas. Se ve que uno de ellos, el gordito, era medio gourmet (como Crab), porque la preparación de sus manjares le llevaba su tiempo. Preparaba sin prisa las salsas, que probaba cada tanto con su cucharón.
Un día, tres o cuatro meses después, Crab estaba trabajando sentado a la mesa, y lo ve al gordito paseándose a lo largo del balcón, con su celular en la mano, y gestos de contrariedad. Al parecer, o no le contestaban, o le daba ocupado, o fuera de servicio, porque insistía e insistía, ofuscado.
Tanto obstinado empeño comenzó ahora sí a preocuparme. ¿Cuál era esa necesidad tan urgente de comunicarse? ¿Porqué no esperar un largo rato y luego volver a intentarlo? Y, por fin: ¿a mí que carajo me importaba?
La cuestión es que el ir y venir por el balcón siguió una media hora, hasta que por fin, cansado, trepó por la baranda y se lanzó.
Crab quedó helado. No hubo tiempo de nada. De pegar un grito, de llamar su atención. Nada.
El ruido fue idéntico a si hubiera caído un piano. Casi una explosión. Mi hijo, siempre pegado a su computer, me gritó desde su habitación: "Papá, ¿qué pasó?". "Bajá que te cuento".
Le cuento. "¿Y qué podemos hacer? ¿Llamar una ambulancia?". "Matías, ¿desde un piso 13º? Lo único que podemos llamar es un patrullero".
Después, la agencia de noticias del edificio me trajo la versión fidedigna. El suicida estaba poniendo un bar, y necesitaba cinco mil dólares. Se los había pedido al padre, con quien no se llevaba bien porque éste no aceptaba su homosexualidad, y el padre se los había negado.
La conversación había tenido lugar una hora antes en el departamento de los muchachos. El padre se fue, reiterando su negativa. Se fue en su auto, pues vivía en Luján. Y para que no quedaran dudas de su determinación, apagó su celular.
Ahora se estará preguntando, supongo, ¿cuánto vale un hijo, 5.000 dólares?
Solemos hablar de las causas del suicidio. Aquí evidentemente, estamos ante una venganza: "¿me negaste cinco mil dólares? Viví con mi muerte el resto de tu vida".
Camus, en Le premier homme (la cito en el original porque no sé si se tradujo) -una interesante novela en la que estuvo trabajando un año hasta que lo sorprendió la muerte-, relata la búsqueda de su padre, que murió cuando él era niño.
Como la novela quedó inconclusa, fue publicada por la hija. Como addenda, se agregan las notas, observaciones sobre el estilo, dudas, y agregados posteriores anotados por Camus. Todo muy interesante, sin duda: la cocina de un escritor.
En un inteligente párrafo, que Camus pensaba agregar y la muerte le impidió, dice:
"Solo vos sabrás que me maté. Conocés mis principios. Odio a los suicidas. A causa de lo que le hacen a los demás. Es necesario, si uno lo intenta, maquillar la cosa. Por generosidad. ¿Porqué te lo digo? Porque te encanta la desgracia. Es un regalo que te hago. ¡Buen provecho!".
Es también un regalo que les hago. Estuve casi dos años sin poder contarlo a nadie.

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jueves, agosto 02, 2007

Boludeando de nuevo en Buenos Aires

Ustedes, igual que yo, tendrán unos de esos amigos pesados que les mandan cosas "ingeniosas", con un texto ilustrado, que se tarda un tiempo en abrir, que se lee en pocos minutos, pero que tarda, tarda, porque està "ilustrado" con imágenes que a menudo no tienen nada que ver.
A veces, por cortesía con el remitente, a quien estimo, pero cada vez menos, lo leo y lo borro seguidamente.
Otras, como ésta, me parece que contiene una pequeña parte de verdad, y por lo tanto se las trasmito. Jodámonos todos un poco, es justo.

A medida que crecemos, aprendemos que incluso la única persona que nunca hubiéramos supuesto que lo haría, probablemente lo hará.

Tu corazón se romperá posiblemente más de una vez, y cada vez es más doloroso. También, a tu vez, romperás corazones, de modo que recordá lo que se siente cuando rompen el tuyo. Te pelearás con tu mejor amigo.

Culparás a un nuevo amor por las cosas que te hizo uno viejo. Llorarás porque el tiempo pasa demasiado rápido, y eventualmente perderás a alguien que amás.

Así que sacá muchas fotos, reí todo lo que puedas, y amá como si nunca te hubieran herido, porque cada 60 minutos que pasás enojado es una hora de felicidad que nunca recuperarás.

No tengas miedo de que tu vida se termine.

Tené miedo de que nunca la recuperarás

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domingo, junio 24, 2007

Las supersticiones


Hoy quiero hablar de una forma de creencia más primitiva aún que la religión: la superstición.
Se hace supersticiosa toda persona que siente en algún momento que depende de factores que no puede controlar.
Así, la gente de campo, que advierte que los elementos naturales (granizo, sequías, inundaciones, langosta) pueden destruir todo un año de sus esfuerzos. Es casi seguro, que según su grado de evolución, caiga en la religión, o si no, en la superstición.
Uno supone que eso es natural en la gente de campo, en muchos casos alejada de la civilización, gente que generalmente ni siquiera ha recibido algún tipo de instrucción, pero curiosamente observamos que también en estratos de mucho mayor educación, se da la misma costumbre, siempre buscando la misma protección ante lo desconocido o ante lo que no se puede controlar.
Generalmente es gente que trabaja a diario con elementos que escapan a su control, que depende de factores de los cuales es por veces plenamente consciente, pero que como no ellos los que deciden, entonces caen forzosamente en la creencia en la existencia de lo imprevisible y en la necesidad de tener cómo controlarlo.
Es el caso de los deportistas, de los corredores de autos, de los artistas (habría muchos más casos: estos son los que Crab más conoce).
El deportista (tenista, nadador, atleta), se levanta un día bien, y mata a todo quien se le cruza por el camino. Otro día, por cualquier elemento incontrolable (y hay mil factores: Crab, que hizo deporte de competencia, lo sabe bien), ya no es el mismo. Siente que su rendimiento bajó, sin que él hiciera nada a favor ni en contra. ¿Qué sucedió, entonces? Algo desconocido intervino.
Igual con el corredor de autos, aunque en este caso no es él, sino el auto, al que se le rompió una pieza (en algunos casos una insignificante piecita) y se fue todo al diablo.
¡Ni hablar de los astronautas!
Los artistas, por fin. De repente están en la cima, con toda la gloria, la fama, el dinero, y el poder que todo eso da. Pero de pronto el programa decae, los productores cancelan el ciclo, y le dicen: "te llamaremos". A veces los vuelven a llamar, otras veces caen en el ostracismo, y nadie los vuelve a llamar ni a hablar de ellos.
Todos crean, entonces, la famosa "cábala". Recuerdan qué pasó el cuando triunfaron, desde el momento en que se levantaron, y entonces comienzan a elaborar una serie de ritos que creen que cumpliendo rigurosamente, les devolverá mágicamente el control. Así, levantarse con determinado pie, usar determinada vestimenta, o ciertos accesorios. Por supuesto, todo demuestra ser a la larga inútil. Lo que no los hace desistir, simplemente vuelven a repasar el día exitoso y lo que hacen es cambiar la lista de los elementos a utilizar. Así, hay un montón de gente que usa toda una parafernalia de objetos que creen que los hará otra vez exitosos: corbatas, lapiceras, relojes, medias, los objetos más insólitos y por supuesto inútiles que puedan imaginar...
Pero cuando todo falla, puede aparecer además un personaje curioso, que sospecho tiene su origen ahí: el jettatore, el fúlmine, el tipo que acarrea desgracias, que no es sino la representación, en una persona, del daño que originó la superstición.
En el mundo del espectáculo (vimos con el innombrable que también en el de la política) se atribuye muchas veces a determinados personajes la culpa de ocasionar desgracias. ¡Pobre de aquél sobre quien caiga tal estigma! A partir de ahí, todos dirán: "¡guarda que ahí viene!", se apartarán reticente y más o menos disimuladamente de él, y el pobre tipo caerá en un inmerecido ostracismo. Porque la fama puede adjudicársele a cualquiera: ¿quién en su vida no ha participado de alguna actividad que terminara en fracaso?
La creación de fama de fúlmine, sospecho, sirve también para eliminar posibles rivales, a quienes en el ambiente, siempre será fácil atribuir el fracaso de algún espectáculo o de algún programa.
En el ambiente, son famosos los casos de actores, de periodistas de televisión, de directores, a los que se les endilgó el mote. Conocí a algunos personalmente, y eran excelentes personas.
Pero qué vamos a hacer: eran fúlmines.

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viernes, junio 15, 2007

Crab en Córdoba

Tengo un hermano en Córdoba, que vive con su mujer y con su nene de 40 años, a quienes venía de hace tiempo prometiendo una visita, que dilataba porque sabía lo que me esperaba.
A la vez, como todos sabemos, en este bendito mundo blogger se hacen amistades, que a veces se encaminan en una dirección meramente (bueno, tacho meramente) intelectual y en otros casos se encaminan en otras direcciones.
Tal era el caso de una amiga con la que muy pronto iniciamos una relación cibernética muy intensa. Intercambio diario de e-mails, cada vez más cargados, además de inteligencia (por lo menos en el caso de ella) de demostraciones de ternura y afecto. Las direcciones, en este caso, parecían ser ambas. ¿Es posible entablar una relación así? Habíamos intercambiado fotos, así que ya sabíamos lo que podíamos esperar físicamente. Aclaro además que los dos habíamos hablado de nuestras recientes (malas) experiencias en terrenos sentimentales, de modo que ambos estábamos en aguardo de alguien que lamiera nuestras heridas. Y conscientes de ello.
De modo que se me ocurrió que la visita a mi hermano podría ser una excelente excusa para conocer a mi corresponsal cordobesa. Se lo propuse y me dijo que no viniera por ella (pero que tampoco dejara de hacerlo). Como le hago saber de mi absoluta ignorancia geográfica de la ciudad, y temía perderme, propone irme a buscar a la terminal de ómnibus cuando llegue. Ya estaba establecido que la dama vivía sola.
Llegué pues a Córdoba, y contrariamente a todo lo que se supone, media hora antes del horario fijado. La llamo por el celular (ya habíamos intercambiado todas las referencias posibles), y me dice que estaría en 15 minutos. Así fue.
Llegamos a la hermosa y acogedora casa. Me muestra mi dormitorio y mi toilette. Hacemos planes. Crab, buen cocinero, se ofrece a preparar el almuerzo. Vamos, pues, como un matrimonio bien establecido, a Carrefour a hacer las compras necesarias.
Con anónimA actuando como Juanita, Crab prepara la comida, acompañada de moderados sorbos de vino (sabemos que, contrariamente a lo que muchos piensan, el alcohol no es un antiafrodisíaco: da las ganas pero no las fuerzas), y para entonces Crab ya tenía la idea fija.
Pero antes debo decir que no era sólo eso. Las cosas, planteadas en otro terreno, eran por demás gratificantes: estaba conociendo a una mujer excepcional, en todos los aspectos, llena de ingenio, de sabiduría, de ternura, y, porqué no agregarlo, de excelente figura.
Más bien era para proponerle matrimonio.
La charla siguió y siguió, interminable. Como siempre, coincidencias. Que eran más que coincidencias: parecíamos gemelos.
Luego, ambos convinimos que sería bueno descansar. No se planteó siquiera cómo dormiríamos.
No voy a entrar en detalles escabrosos. Sólo hablaré de una maravillosa conjunción física y espiritual, que duró esa tarde, la noche y el despertar siguiente. Y que interrumpió el anuncio de la inminente llegada de sus sobrinos, que motivó mi partida destino a Carlos Paz, donde vive mi hermano.
Prometimos darnos un tiempo para examinar serenamente lo sucedido, que no había sido nada sereno, precisamente. Al parecer, luego apareció el tercero en discordia, lleno de arrepentimientos y para colmo... (suprimido por el autor para evitar posibilidades de identificación). Sin embargo, un comentario en el post de ayer sobre óperas, parece dar pábulo a Crab como para alimentar esperanzas.
Ahí viví unos días donde no sabía muy bien si estaba en el Cottolengo o en The little horror shop. Mi hermano y su mujer se odian. Pero no como los Rose, porque no se tiran cosas, sino con ese odio que consiste en recriminar y rechazar constantemente lo que hace y dice el otro. Para colmo, debo reconocer que ambos tienen razón. Lo malo es que me tomaban como confidente y cada vez que me agarraban a solas contaban remotos episodios que cualquier persona medianamente sana, por su propia salud mental, debiera tener sepultados. Pero ellos no: se acuerdan de cada agravio con toda minuciosidad, y lo relatan con pelos y señales. Envidiable memoria, de cualquier forma. Pero me pregunto: ¿es necesario vivir así? Rechazan además cualquier intento de conciliación que uno realice, y cualquier sugerencia de separación. En definitiva, parecen ser felices así, después de todo, sufriendo y agraviando al otro. ¿Será ésta la relación amo-esclavo de Hegel?
Felizmente, mi hija brasileña me había conseguido un largo trabajo de corrección de estilo de un macaco que presenta una tesis de derecho en Madrid, y que habla (escribe) en un español que te la regalo, y eso me sirvió de excusa para volverme. También para ganarme unos buenos pesos, que nunca están de más, y con los que me iré el mes que viene a Brasil.
Pero a no ponerse contentos. Desde allá seguiré con mi blog.-

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martes, junio 12, 2007

For man only - Humor corbodés III (final)

De paso, siempre dentro del tema, me dice mi hija brasileña, exquisita tiradora de pedos a pesar de su delicadeza y prestancia de gran dama, que en Brasil, cuando uno eructa se dice que ofreció un eructo. En cambio, cuando se tira un pedo, se dice que soltó uno. Sutilezas de los idiomas...

MÁS DIVAGACIONES EN TORNO AL PEDO
En realidad, el tema del pedo ha dado lugar a un riquísimo anecdotario, que incluye desde personajes históricos famosos, hasta humildes ciudadanos como uno, todos comprometidos a veces en su afán por lograr expulsar subrepticiamente esa cosa que nos viene tan de adentro, sin que los demás lo adviertan, ya sea por su olor o por su riqueza sonora.
Tengo cuatro historias sobre este tema al que ningún hombre es ajeno, y que las mujeres desdeñan considerar (bueno, en realidad no todas), como si no pertenecieran al género humano.
La primera es con un prócer de Morón (tanto que una calle lleva su nombre), con quien éramos muy amigos. Era un gran atorrante que actuaba en política, pero insólitamente para un político, era un tipo decente, de ahí la merecida calle.
Tenía además un gran atributo: su culo era una trompeta, con la que tejía ad libitum las más ricas variaciones, tanto en lo que atañe al registro, como a la afinación y a la tonalidad. Dosificando sabiamente stacattos y ligattos. Pero además -y esto sí es más curioso-, lo hacía a voluntad. Uno le decía: "Julián, tirate un pedo", y él, siempre obediente y dispuesto, prrrrrrr.
Crab trabajaba en la administración de una fábrica con Julián y unos cuantos reos más. Por supuesto, ese gran salón donde cada uno hacía como que trabajaba sentado a su escritorio, era en realidad la gran sala de conciertos donde Julián, eximio instrumentista, desplegaba todas sus virtuosidades.
Había en la sala una gran y alta mesa-escritorio, donde estaba "la valija". Esta valija, antecesora de cuero del Samsonite, era la portadora de la correspondencia entre la oficina central de la fábrica, en Buenos Aires, y la fábrica misma, en Haedo. A la valija tenían acceso pocos privilegiados, entre ellos don José, hermano del patrón, que siempre andaba hurgando en ella.
Un día, don José, gran alcahuete que sabía que nuestro gran salón era una gran joda, y que siempre se daba una vuelta pretendiendo que tenía algo importante que hacer en el lugar, y que usaba zapatos con suela de goma para que no percibiéramos su andar, hacía como que estaba revisando unos papeles en la valija.
Julián, inadvertido de su presencia, se tiró un reverendo pedo, y dirigiéndose a su vecino, el gallego García, con cuyo anecdotario se podría también escribir un libro, le dice:
-Disculpe, señor García.
A lo que García, siguiendo la joda, le contesta, serio y circunspecto:
-No es nada, don Julián.
A todo esto, don José, que no entendió nada de tanto alarde de cortesía y educación, no tuvo más remedio que quedarse callado y comerse el pedo que le habían tirado alevosamente Julián y García.
Una tardecita, estaba Julián y otro grupito de amigos reos como él a un costado de la plaza de Morón, mirando pasar la vuelta del perro. En eso, se aparece el circunspecto Gogo Ramperti, siempre de traje y corbata, acompañado de dos chicas, una colgada de cada brazo.
Al verlo, Julián, grandes exclamaciones de júbilo:
-¡Pero Gogo, qué placer encontrarte, tanto tiempo.
A Gogo la cosa no le causaba demasiada gracia, conociendo bien a Julián y su reputación. Pero no tuvo más remedio que apechugar y recibir los saludos. Va Julián, le da un gran abrazo y, por supuesto, se tira un soberano pedo.
Gogo vuelve avergonzado con sus amigas, rezando (era muy religioso, tanto que vivía al lado mismo de la iglesia) para que sus amigas no hubieran oído, cuando Julián, reunido ya con sus amigos, le grita:
-Ah, Gogo, y si te da vergüenza, echame la culpa a mí, nomás...
La otra es la del infaltable Haroldo, que siempre estaba prendido en estas lides, y cuyo rico anecdotario sobre pedos y cagadas nunca tenía fin.
Contaba que un primo suyo participó cuando hacía la conscripción en un concurso para ver quién se tiraba el pedo más espectacular. Se había instituido un premio y todo, costeado por partes iguales por todos los participantes.
Bueno, van desfilando al frente del salón todos los candidatos, y cada uno va realizando su performance.
Cuando le toca al primo de Haroldo, se tira su gran pedo, y simultáneamente cae al suelo el cuadro de San Martín que presidía la sala.
-Por supuesto -comentaba Haroldo- le dieron el premio. Pero debe haber sido casualidad, a mí no me vas a decir...
Termino con una más conocida. Como Crab cita de memoria, no recuerda quiénes eran los protagonistas, pero es rigurosamente cierta.
Llega un mandatario latinoamericano a Londres, y el programa de festejos incluía un paseo en carruaje con la Reina.
En eso estaban, cuando uno de los caballos se tira un oloroso pedo.
-Usted me disculpará -dice la Reina- pero usted como bien sabe, estas cosas suelen ocurrir.
-Si Su Majestad no me dice -contesta el mandatario- hubiera pensado que era uno de los caballos.

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lunes, junio 11, 2007

Humor cordobés II - For man only (mujeres abstenerse: no digan que no les avisé)

No tengan vergüenza y difúndanlo...
Una contribución a los grandes temas médicos:

LO QUE SIEMPRE QUISISTE SABER... Y NUNCA TE DIO LA CARA PARA PREGUNTAR

1- ¿Qué es el pedo? ¿Cuál es su composición?
Flato, del latín flatus, significa soplo y es un compuesto de gases altamente variable, expelido por el ano. Está formado por parte del aire que respiramos, que es compuesto casi exclusivamente de Nitrógeno y Dióxido de Carbono; luego el organismo absorbe oxígeno, y los gases resultantes de las reacciones químicas entre los ácidos estomacales, fluidos intestinales y flora microbiana producen: Dióxido de Carbono, Hidrógeno y Metano.

2- ¿Qué hace que los pedos tengan olor?
El olor de los pedos proviene de pequeñas cantidades de Sulfuro de Hidrógeno (gas sulfhídrico) y Azufre libre en la mezcla. Cuanta más rica en Azufre es tu dieta, más de esos gases van a ser producidos por las bacterias en tu intestino, y más hediondos serán tus pedos. Alimentos como cebolla, coliflor, huevos y hongos, son notables por producir pedos repugnantemente hediondos. El frijol, por ejemplo produce grandes cantidades de pedos no necesariamente pestilentes (inodoros).

3- ¿Por qué los pedos hacen ruido?
Los ruidos son producidos por el pasaje de los gases a través de la abertura anal, comúnmente conocida como el orto. El ruido depende de la velocidad de expulsión del gas, y de cuán estrecha es la abertura de los músculos del esfínter anal.

4- ¿Cuánto gas produce una persona normal?
En valores promedio, una persona produce cerca de un litro de pedo por día, distribuido matemáticamente en aproximadamente 14 pedos diarios.
Puede ser difícil para vos determinar el volumen de tus pedos diarios, pero podés estimar cuántas veces al día te pedorreas. Pensá en esto como en un pequeño experimento científico: Anotá todo lo que comés y contá el número de veces que alegremente te pedorreas. Entonces podés tomar nota de la cantidad y olor de tus pedos. Descubrirás una relación entre lo que comés y la hediondez de tus pedos.

5-¿Cuánto tiempo tarda el pedo para llegar a la nariz de una víctima inocente?
Depende de las condiciones meteorológicas, humedad, velocidad del viento y distancia entre las personas. Los pedos también se dispersan, su potencial nauseabundo disminuye con la dilución. Existen condiciones excepcionales: cuando el pedo es liberado en un área pequeña y cerrada, tal como un ascensor, un cuarto pequeño, dentro de un automóvil o bajo las sábanas, porque esas condiciones limitan la cantidad disponible de diluyente (aire) y el pedo va a permanecer en una concentración tal que permitirá su percepción, por más tiempo, hasta que se condense en las paredes.

6- ¿Algunas personas nunca se pedorrean? ¡Falso! Toda entidad viva se pedorrea. Algunas personas se pedorrean aun algunas horas después de muertas (generalmente gente extremadamente vengativa...)

7- ¿Los hombres se pedorrean más que las mujeres?
¡Falso! Las mujeres se pedorrean tanto como los hombres. La diferencia es que los hombres se enorgullecen de ello.

8- ¿En qué momento uno está más propenso a pedorrearse?
Durante la manana al despertar. Esto es conocido como Cantata Matinal o Allegro, ma non tropo. ¡Si uno llega al baño y empuja fuerte se puede conseguir una buena resonancia y ser oído en toda la casa!

9- ¿El frijol hace que las personas pedorreen más?
El frijol contiene azúcares que los humanos no pueden digerir. Cuando esos azúcares llegan a nuestros intestinos, las bacterias se hacen una fiesta y producen mucho gas. Otros productores notables de pedos son: el maíz, la pimienta, el repollo y la leche.

10- ¿Es el eructo en realidad un pedo que salió por el lado equivocado?
No. La frase... "Eructo es un pedo que tomó el ascensor", o el poema "Un eructo bien lanzado, según la opinión de Ángulo, es un pedo, que cansado, no pudo llegar al culo" ... ¡son puro folklore! El eructo viene del estómago y tiene una composición química diferente a la de un pedo. Los pedos tienen menos aire atmosférico y más gases producidos por flora microbiana.

11- ¿Dónde van los pedos que aguantamos? ¿Cuántas veces Ud. se aguantó un pedo, pretendiendo soltarlo en la primera oportunidad apropiada y después descubrió que había desaparecido? ¿Salió lentamente, sin que la persona se diera cuenta? ¿Fue absorbido por la corriente sanguínea? ¿O qué carajo es lo que le pasó?
Los médicos están de acuerdo en que el pedo no es ni liberado ni absorbido. Simplemente vuelve a los intestinos y sale más tarde, como la cabeza de una tortuga. Esto reafirma el hecho que los pedos no se pierden, sino que se demoran.

12- ¿Es posible encender los pedos? La respuesta es SI. Normalmente los pedos incluyen Metano e Hidrógeno, ambos gases inflamables. Por esto, Ud. debe tener en cuenta que intentar la ignición de un pedo puede ser peligrosa. La llama puede retroceder y su ropa o lo que estuviese cerca puede prenderse fuego. Cerca del 25% de las personas que lo intentaron, quemaron sus nalgas y los pelos de su culo. Y a pesar de que es un espectáculo inolvidable ver las llamas azules que producen tos pedos, amigo, te recomiendo que mejor no lo intentes o padecerás la celebre sentencia "cagó fuego".

Continúa mañana

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domingo, junio 10, 2007

Che gélida mattina

Dedicado, una vez más, a MM.
MM cuenta en uno de sus posts, que recién pude leer hora, de regreso de Córdoba, que su padre le calentaba las manos y le cantaba che gélida mattina. La verdad, su relato me llenó de una sana envidia (si es que existe tal cosa). Pensé en mi padre, que murió cuando tenía poco más de cuatro años, y que nunca me calentó las manos ni, menos aún, me cantó che gélida mattina.
Recordé también que a su muerte, nuestro hogar, típico hogar de clase media de pueblo suburbano, de buen pasar, con sus vacaciones anuales (que entonces no eran joda, ojo), comenzó a experimentar cambios, todos para mal. Mi hermano dejó su secundario y tuvo que comenzar a trabajar, y yo con grandes sacrificios de todos pude terminar con culpas el secundario. Recordé que mi primer ópera, o sea mi primer visita al Colón, la hice a los quince años precisamente gracias a ese secundario, y a que nuestro profesor de Contabilidad era administrador del Colón y nos regalaba entradas. Entonces, el Colón era un lujo al que la gente humilde no podía acceder.
Y pensé qué hubiera sido de mí si mi padre hubiese calentado mis manos y cantado che gélida mattina. Pensé en ese gran living comedor -mi hermano ya casado-, de la casa que compartíamos con mi madre, yo sentado en la gran mesa leyendo o estudiando (más lo primero) y mi madre, que era modista, dale y dale con la Singer (que no era a pedal, eso sí, tampoco vamos recurrir al tango). Y en cómo todo ese ruido, y toda la cháchara de la vieja que como toda mujer no podía nunca quedarse callada demasiado tiempo, me impedían estudiar, o por lo menos me deparaban la excusa necesaria para no hacerlo.
Y pensé en qué hubiera sido de mí si mi papá hubiera vivido aunque fuera unos añitos más. Tanto añoré su ausencia todos estos años. Tanto que cuando fue mi turno de tener hijos, mi obsesión era permanecer vivo por lo menos hasta que tuvieran doce años, que juzgaba una edad adecuada para que quedaran huérfanos, si es que la hay. Y como eso a la vez era una especie de seguro de vida, seguí teniendo hijos, que ya pasaron los cuarenta y comienzan a pensar que ya he vivido bastante. Y a propósito de todos esos planteos de "qué hubiera sido de mí si...", recordé dos anécdotas.
Que me gustaría contarles. Bah, que les voy a contar, para algo el blog es de Crab.
Y como dicen los folkloristas: ahí va la primera:
En un tiempo, hacía correcciones para una famosa editorial de derecho (hoy australiana, por supuesto). Los tratadistas de derecho, salvo excepciones, saben de derecho, pero escriben mal: faltas de sintaxis, dan a las palabras sentidos equivocados, y hasta cometen faltas de ortografía. Es delicado corregirlos. En primer lugar, porque a nadie le gusta que le enmienden la plana. En segundo, porque ellos se dicen: "pero yo soy famoso, ¿qué títulos tiene este tipo para venir a señalarme errores?". Por lo tanto, hay que emplear sutiles maneras para persuadirlos. Finalmente, reconocen nuestro empeño porque el trabajo quede mejor y quedan agradecidos. Así, terminábamos amigos. Con algunos, muy amigos. Era el caso de un tratadista que vivía en una mansión en el barrio de Flores, que como todo parroquiano de Flores, vivía enamorado de su barrio y le dedicaba sus libros. Además, escribía poesía, buena poesía, y todavía atesoro (porque Crab es un sentimental) uno de sus libros dedicado.
Un día, trabajábamos en uno de sus tratados (para hacerlo tranquilos me invitaba a su casa) en la gran biblioteca con todas las paredes cubiertas de libros, y con amplios ventanales que daban a un exquisito jardín, diseñado evidentemente por un paisajista. Yo, entonces ya casado y que cada vez que intentaba escribir algo tenía que hacerlo rodeado por mis dos hijas y todo el quilombo que hacían, sin contar a mi mujer reemplazando con su cháchara a mi mamá, al ver el hermoso paisaje no pude menos que exclamar: "¡Ah, qué gracia, así cualquiera escribe!". A lo que mi amigo, agudo repentista en sus respuestas, contestó: "Qué vivo, según tu criterio, todos los Anchorena serían Shakespeares". Así que ya vemos, a pesar de Ortega, no necesariamente las circunstancias nos determinan.
La otra anécdota es de Marrone (de todos podemos aprender) y es uno de sus chistes, que juzgo da para pensar.
Contaba que un ayudante de portero, cuando el portero titular se jubila, se postula para reemplazarlo. Pero era analfabeto, y la reglamentación indicaba que para aspirar al puesto debía tener al menos estudios primarios, así que no accedió.
Su fracaso, en lugar de causa de frustración, fue un poderoso estímulo. Se orientó a actividades comerciales, y como era activo y emprendedor, fue progresando y se convirtió en un exitoso y poderoso empresario. Como siempre recordaba con nostalgia el colegio, y ahora era poderoso económicamente, donó una escuela para su pueblo. En la inauguración, el intendente pronunció un discurso, y entre otras cosas dijo: "y pensar que este generoso y acaudalado hijo de nuestro pueblo, ha llegado a ocupar el lugar de preeminencia que ocupa siendo analfabeto. Pienso qué hubiera llegado a ser si hubiera podido terminar sus estudios". Y el ahora empresario, a pocos metros, no pudo sino interrumpirlo: "¡Portero de escuela!".
Así que ya vemos. MM es la maravillosa personalidad que es, gracias a algo más que la gélida mattina, y Crab no, gracias también precisamente a sí mismo y a lo que hizo (o dejó de hacer) con su vida. Nada de excusas.

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viernes, mayo 18, 2007

Haroldo. El sol. Julia. La felicidad. Idea Villarino.




Dedicado a Julia. Porque pueda ser.



Antes que nada, quiero anunciar una buena noticia. Me ha llamado una periodista de Clarín, encargada de la zona, que está haciendo notas sobre personalidades literarias de Tigre, y que está interesada en mis notas sobre Haroldo para publicarlas. Lógicamente, seleccionaremos entrambos lo que se va a publicar.
Quiero tener en cuenta las oportunas sugerencias de algunas (fueron todas mujeres: parece que los hombres no somos tan delicados) amigas sobre cuestiones que transgredieron ciertos límites. De paso, sería una oportunidad para que los que transitaron el tema hicieran llegar sus opiniones sobre lo que no les gustó, para tenerlas en consideración. Después de todo, creo que esa es la idea de un blog: formar grupos de amigos que estemos de acuerdo y conformes con lo que unos y otros escriben, y por eso los frecuentamos, aunque a veces disintamos. No para tener clones de uno mismo, ojo.

Bueno, salió decididamente el sol. Hoy es un día hermoso.

Pero además lo es por otro motivo: hoy veré a Julia. Quienes han seguido la saga, se alegrarán por mí o me compadecerán. Pero el amor es así, no se extingue fácilmente, puede contra el tiempo y la distancia, se encarna tan profundamente dentro de nosotros, que al primer llamado corremos y todo vuelve a ser como antes (o así esperamos). La reunión de hoy será decisiva. Quizás no vuelva a tocar el tema. Pero hoy por lo menos, después de tanto tiempo, soy plenamente feliz.
Haroldo escribía cuando sufría. Extraía de su dolor sus más grandes creaciones. Lo sé porque lo vivíamos juntos.
A mí el dolor me inmoviliza. Bueno, respetemos las distancias: no soy para nada un creador. Pero canto cuando soy feliz. Cuando no lo soy, me recluyo en mi tristeza.

Revisando blogs amigos, y algunos favoritos de éstos, encontré esta poesía de una gran poeta uruguaya, Idea Villarino, bastante conocida entre nosotros. Cuando escuché este poema por primera vez (fue por Radio Nacional, siempre lo recordaré) corrí a comprar el libro donde estuviera. Y lo encontré. Fue en Parque Centenario, luego del consabido recorrido por todos sus puestos (aunque hay algunos sobre todo, todos sabemos, que son bien especializados y buenos conocedores de la buena literatura, y saben muy bien lo que tienen).
Lo compartí con mi querida hija Lorena (activa corresponsal del blog estos días), y terminé obsequiándoselo, ante su conmovido entusiasmo.
Hoy quiero participar a quienes no la conozcan de mi profundo gozo estético. Lamento no poder participar también de qué blog la extraje, porque como es de los que no frecuento, se me perdió en la maraña (como es amigo de un amigo, si alguien lo sabe por favor que me avise, para agradecerlo)

YA NO
Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.

Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.

No volveré a tocarte.

No te veré morir.

Bueno, el que ha perdido un gran amor, sabe de qué estoy hablando. Yo, que estoy en trance de recuperarlo, también lo sé.
Idea Villarino también lo sabía, y ¡ay! qué bien lo expresaba. Su poesía está llena de esta tremenda nostalgia por la felicidad perdida, por la interrogación acerca de lo que hubiera podido ser, por aquello que tuvimos y ni siquiera sabemos muy bien porqué perdimos...

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sábado, abril 14, 2007

Otro Crab inédito (y sin registrar, ¡atención plagiarios!)

La lectura del desolador diario del Che, me inspiró, hace años, este relato.

La travesía

Poco a poco los iban cercando. Habían llegado hasta ahí, a lo que en su momento pareció seguro refugio, luego de transitar desiertas distancias bajo el ardiente sol, de atravesar ríos, trepar montañas y cruzar montes ásperos y salvajes, atormentados alternativamente primero, simultáneamente ahora, por la sed, el hambre, la fatiga, los insectos, las alimañas. Y el miedo, ese miedo que los había hecho huir y huir...

Perseguidos, siempre perseguidos. A veces tan cerca que les parecía sentir el aliento de los perros echándoseles encima. Otras veces, ganándole al cansancio, aprovechando el descanso de sus perseguidores, parecían ganar distancias y perderlos de vista. ¿O era un engaño? Tal vez ese avance lento y costoso en la noche era recuperado durante el día por los otros. Tal vez, de otros lugares, avisados, otros perseguidores salían a su paso, frescos, descansados, en reemplazo de los del día anterior...

Sin tiempo para pensar en nada que no fuera huir, su vida se había reducido tan solo a esa larga fuga, que parecía que nunca tendría fin... Pero que ya comenzaba a entreverse a través de signos. Esa firme unidad, ese espíritu solidario que los animaba al principio, comenzaba a resquebrajarse. Las penurias se insertaban en sus cuerpos, pero también en sus ánimos. Ya no eran tan amigos, y hasta se diría que habían comenzado a ser un poco enemigos. Ya las órdenes no eran obedecidas con tanta presteza, y hasta en algún caso eran cuestionadas, lo que, sin duda, resentía la seguridad del grupo. Las bajas, por fin, los habían ido reduciendo. La fatiga, los nervios exacerbados, les hacían tomar decisiones equivocadas, acaso fatales. Acortar camino con un salto riesgoso, o cruzando un río cuya profundidad desconocían, suponía en casos, dado su desfallecimiento, la pérdida de alguno de los integrantes del grupo.

En principio, ello significó una especie de selección natural, de la que sobrevivieron los más aptos. Los más debilitados, los más entregados, habían ido quedando. Pero ahora las aptitudes estaban niveladas, y del peor modo: hacia abajo. Ahora cualquiera podía sucumbir, pues todos estaban igualmente estragados.

Los parajes que atravesaban, a la vez, habían también cambiado su naturaleza originaria, convirtiéndose en desconocidos, extraños, se diría hostiles. El avance se hacía a través de indecisiones, de tanteos, de largos rodeos, de avances y retrocesos.

Hacía tiempo habían cruzado el último río, sin saberlo, internándose en una selva que se iba haciendo cada vez más densa. El agua, hasta hace unos días elemento natural con el que tropezaban varias veces en la jornada, era ahora un extraño fenómeno casi olvidado. El espeso follaje, impenetrable sobre sus cabezas, impedía ver el sol, que sólo se adivinaba a través de difusos destellos que apenas y sólo por veces les permitían distinguir el día de la noche.

Todo se iba tornando misterioso, desconocido. La última señal de estar en un mundo real, la vida, había también desaparecido. El mundo multicolor y bullicioso de la selva, había ido perdiendo sus colores y sus voces. El graznido de las aves, el incesante parloteo de los monos, se había ido diluyendo con el paso de los días. Al principio fue gradual. Se siguieron oyendo aquí y allá, hacia adelante y hacia atrás. Luego pareció que los habían dejado definitivamente a sus espaldas: se fueron oyendo más y más lejanos, hasta que por fin cesaron del todo. Con la luz, había desaparecido el sonido. Incluso el de sus voces. El lenguaje se había hecho escueto y descarnado, limitándose a unos pocos nombres y algunos verbos. Luego, asustados por el opresivo silencio, callaron del todo. Los gestos reemplazaron a la voz.

La penumbra, el silencio, el cansancio, el hambre, la sed, el miedo. Todo se hacía cada vez más irreal, como en un sueño. Sus confusas percepciones mezclaban realidad y recuerdos. A veces les parecía ver a sus compañeros desaparecidos. Sin fuerzas para hablarles, los dejaban desvanecerse, sin llegar a saber si habían sido reales o no. Otras veces, se diluían los que estaban todavía vivos. Todo el grupo se convertía así en una pesadilla o, quizás no tanto, meramente en un sueño cuyos límites rozaban la verdad o la locura.

Poco a poco perdieron el sentido de esa huida. Quedaba tan solo la inercia del remoto impulso inicial, que los hacía moverse aún, pero desgajado de la voluntad que lo había iniciado. Ya no recordaban quiénes eran, qué habían dejado atrás, el contexto en el cual sus existencias estaban insertas. Sus recuerdos eran fragmentarios, dispersos, incoherentes, Incluso por veces confundían su situación: ya no sabían si eran perseguidores o perseguidos.

De tiempo en tiempo, cada vez más espaciados, pero cada vez más seguros, sonaban presagios. Se miraban, comprensivos. Leves destellos que les traían la realidad de su situación. Luego, tornaban otra vez a sus más confortantes fantasías, en que el sueño y la realidad estaban tan mezclados que ya no podían distinguirlos.

Entonces, confusamente, entrevieron el por qué de tantos afanes. Supieron que toda huida era ya imposible. Que durante todo el tiempo estuvieron tratando de esquivar algo de todos modos inevitable. Y al saberlo se sintieron aliviados.

Juntando lo que quedaba de sus fuerzas, se prepararon ansiosos y resignados para la lucha final.

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viernes, marzo 30, 2007

El amor otra vez

Un amigo (http://cancerdeque.blogspot.com) , a propósito de mi post Quién entiende a las mujeres, y para darme una respuesta fundamentada, se tomó el trabajo de leerse los tres tomos de Historia del amor en Occidente de Irving Singer. Me parece que sus investigaciones y conclusiones son interesantes, aunque están contaminadas por el ámbito de pertenencia. Pero como acá han opinado mucho las mujeres (bienvenidas y benditas sean), oigamos un poco lo que tiene que decir un hombre, ya que no siempre nos lo dejan decir.
Cedo la palabra.
Querido Crab: Para comentarte este post me tuve que leer toda la Historia del amor en Occidente cuyo resumen se cifra en la fórmula económica siguiente: el amor es una atribución gratuita de valor.
Contra esa gratuidad está el consabido apotegma la mujer más cara es la que no cobra. Dentro de Psicología de las masas en el inciso "Enamoramiento e hipnosis", Freud señala la suspensión involuntaria del espíritu crítico. Si te enamorás de una mujer la considerás una santa porque introyectás como ideal del yo a tu objeto de deseo (igual, siguiendo el ejemplo que puse, si sos mujer lo que realmente buscás en el hombre es el hijo -otros dicen similarmente que el hombre desea directamente a la mujer, pero que lo que desea la mujer no es al hombre, sino a su deseo: la mujer desea el deseo del hombre...
Bernard Shaw se oponía a esta concepción de pasividad recordando que aunque se mueva la mosca desesperada en la telaraña y la araña esté quieta, no es la mosca la que decide.
Ortega y Gasset no cree como Stendhal que el amor nazca de la admiración y cristalice una bella y feliz imagen idealizada, cree que es nula la instantánea real y que el amor más que ciego es visionario. Lo resume su dolida frase: El amor es un accidente de la atención.
Voltaire comulga con tu manera de brindarte: Soy yo quien te lo debe todo, porque soy yo quien te ama. Al celebérrimo amar es nunca tener que pedir perdón del Love Story de Erich Segal se contrapone el la eyaculación precoz es siempre tener que pedir perdón.
Leonard Cohen, como Unamuno, juzga al amor la resultante del pensamiento ocioso: ámame porque no pasa nada.
Schopenhauer entiende que el más glance/fancy de los amores a primera vista no es otra cosa que genes pronunciándose a favor de la compatibilidad reproductiva.
Denis de Rougemont es escéptico después de analizar a los cuáqueros, pero no llega a los extremos involuntariamente paródicos del amor cortés en Historia de la estupidez humana de Paul Tabori, ni a la escéptica conclusión de La Rochefocault: si nadie hubiera oído hablar del amor, no habría ni cuatro enamorados sobre la faz de la Tierra.
Los sajones hablan de tres fases o anillos amatorios: engagement-ring, marriage-ring y por último sobreviene el suffering.
Aristóteles define el matrimonio como aquella jaula en la que los que están adentro se quieren ir y los que están afuera quieren entrar.
Nadie considera menos platónco al amor que Platón en el Fedro: dice que tendemos a confundir profusamente una particular sombra o copia de la amorosidad con el amor mismo (pero Ludwig Feuerbach afirma que quien teme la finitud teme a la vida tal como se nos presenta y que sólo podemos amar a una mujer finita... cuanto más finita y culona mejor).
Lacán dice que enamorarse es pedirle un imposible a alguien que no existe. Marina Mariasch atea e izquierdista lo retradujo a creer en el amor es como creer en Dios. El mecanismo de idolatrar una nada que se ajusta a nuestra imaginería y a la que hacemos receptáculo hermoso de nuestras atribuciones de virtud es ciertamente homólogo.
Heidegger, el laddri, miente la etimología de filosofía y dice que no es el amor a la sabiduría, sino la sabiduría para con el amor, pero su genial maestro, Nietzsche, dice que ningún enamorado puede hacer filosofía, porque es un estado de imbecilidad insufrible.
Proust dice que el amor celoso es la ironía de pretender que nos libere del yugo precisamente la exacta persona que nos tiene estaqueados (también Arlt repetía tú que me metiste en esto, tú me sacarás como si Videla fuera el insustituiblemente idóneo solucionador del retardo en la Cámara de Casación).
Oscar Wilde asegura que la experiencia romántica no existe, es tan sólo un remedo pergeñado con el sucedáeo de recuerdos y expectativas.
Alejandro Agresti dice que el amor es una mujer gorda.
La definición más lamentablemente cierta es self-love a deux (porque no tuvo tanta razón ni Nietzsche postulando la voluntad de poder, ni Marx poniendo a nuestra consideración las condiciones materiales exteriores, ni Freud ensayando el instinto de reproducción como fundamental motivación humana como Dale Carnegie y su lema "mímele el ego al Papa y obtendrá el anillo de pescador in no time").

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sábado, marzo 24, 2007

El prestigio de la cita prestigiosa (¿resentido?, ¿yo?)

Nuevamente Elemental me ha hecho la distinción de citar en su blog (Diario de un Neurótico) parte de un mensaje mío. Como es para mí alto honor ser citado en uno de los blogs mejor escritos y divertidos que leo, y haciendo uso del recurso retórico de la cita de la cita, me reproduzco:

Luego de tantos años de romances, algunos frustrados y otros logrados -pero todos inconclusos, en última instancia-, he llegado a aceptar que el amor es una lucha por el predominio, donde la mujer pugna por conquistar de a poco territorios donde ejercer soberanía, por todos los medios posibles: aquellos que saben que habrán de enternecernos, o los que saben que habrán de amedrentarnos. Pero con toda frialdad, en tanto que nosotros nos movemos por "that funny thing called love". Pero van avanzando, poco a poco, y clavando su pabellón en cada porción de territorio conquistado. Con una certeza: los que hayamos perdido, nunca los volveremos a recuperar. Ya no se negocian.

Dejo constar que esto lo escribí hace un par de semanas, y que no tiene nada que ver con mis avatares con Julia, sino con la totalidad de mi experiencia personal.
O sea, creo firmemente que toda relación entre un hombre y una mujer está contaminada por el afán de predominio. Más evidente en el hombre, más sutil y subrepticio en la mujer. Comienza a percibirse tenuemente en la elección de un programa de televisión, de una película, o de lo que tengo ganas de comer hoy, y va evolucionando lenta, imperceptiblemente... Hasta que termina en los grandes desastres que todos hemos vivido.
Insisto por otro lado: toda generalización es absurda, y hay parejas (dejando de lado a las que persisten por mera rutina) que subsisten, basadas en el amor. A mí ¡ay! no me pasó.

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