La zaga continúa
Zoofilias
Haroldo y el perro de Tito
Al lado de la isla de Haroldo, arroyito por medio que se cruzaba con un precario puente, quedaba el recreo de Tito Bruzzone. En realidad, el tal "recreo" era nada más que un techo de paja tipo quincho, para proteger del terrible sol del verano del Tigre, y cuatro o cinco mesas con otras tantas sillas debajo. Todo muy elemental y rudimentario. Pero es lo que había.
Una heladera, con algún vino barato, cervezas y cocas, todo a precio de oro, como en el mejor recreo.
Haroldo era amigo de Tito no me explico porqué, quizás por los datos sobre las islas que le sacaba, y que después metía en sus novelas, ya que por el precio de lo que consumía seguro que no: Tito, que le hacía grandes demostraciones de afecto, le daba con el fierro, como a todo el mundo.
Tito era un urso, de un físico impresionante. De esos que no son gordos, porque son una mole pareja. Ex remero del Tigre Club, no remero fino como todos los otros. El Tigre Club es el club de los isleros, el más atorrante de los clubes de remo, uno de los pocos (junto con La Marina, que te cruza con una lancha) que queda en la orilla de enfrente del Luján, o sea que no está pensado para tipos que vienen desde la ciudad, sino para los de las islas. Para Haroldo, que gustaba de esos encasillamientos, que Tito fuera del Tigre Club era toda una distinción.
Tito tenía un perro que era como él. Una mezcla de bull-dog con vaya a saber qué, pero había dado como resultado un perro cuya personalidad calzaba perfectamente con la del dueño.
Haroldo, cuando estaba en su isla y no tenía por las tardes nada que hacer, que eran las más de las veces, iba a lo de Tito. Se sentaba ahí en una de las mesas bajo el techo de paja, a pensar en nada, o manteniendo entrecortados diálogos con Tito, mientras éste llevaba cocas a los pocos clientes y les preparaba los sandwiches de mortadela y queso que estos pedían.
Un día me cuenta que una de esas tardes estaba ahí, solo, aburrido, con el perro echado a sus pies. Tito lejos, atendiendo. De pronto ve que los esfinteres del perro, que aparentemente estaba adormilado, comienzan a dilatarse y a contraerse.
-¿Qué estará soñando?, -pensó.Y no se le ocurrió nada mejor que tomar un palo que estaba apoyado en la pared e intentar introducírselo lentamente.
-Costaba, porque había cierta resistencia -me cuenta- pero de golpe la resistencia cedió, y penetró un buen trozo del palo.
-¿Y luego, ¿qué pasó?
-Nada -dice Haroldo- se lo tuve que sacar porque imaginate, si de repente volvía Bruzzone y me veía haciéndole eso a su machote perro, me iba a cagar a patadas.
-Ahora, -concluyó- cuando se lo saqué, el upite seguía abriéndose y cerrándose, como pidiendo más.
El primo de Dora
La familia de Dora era del campo. Dora era muy linda, pero un tanto primitiva. Nunca había leído nada escrito por Haroldo, y cabe pensar que nunca había leído un libro. Lo peor es que se jactaba de eso. No tenía muchos refinamientos, hay que decirlo. Y su familia menos.
Tenía un primo que era una madera, y que de tanto en tanto caía por la isla. Según me cuenta Haroldo, trabaja como peón en un campo.
Me cuenta también que, débil es la carne, como pasa gran tiempo solo, y de algún modo se las tiene que arreglar, feo y bruto como es, y por lo tanto sin ninguna posibilidad con una mujer -que por otra parte no abundan por esos lugares- se las había arreglado con una yegüita que había en el campo, con la que sostenía un apasionado romance, que funcionaba de maravillas.
El problema era que, cuando Dora y Haroldo iban a visitarlo, los paseaba por el campo. Cuando se arrimaban al corral, la yegüita venía corriendo al trote para saludarlo, lo que hacía con grandes demostraciones de cariño, lamiéndole afectuosamente la cara, y el primo la tenía que echar a los empujones y fingirse molesto, porque la yegua era muy insistente y cariñosa.
Etiquetas: Los amigos.
5 Comentarios:
Personaje atrapante Harold!
Cariños
A
Y todavía no leíste lo mejor (no sé si me voy a atrever a escribirlo)
no, crab, por favor. no queremos saber más nada de haroldo y su entorno.
carolain
Metiéndole un palo en el culo a un perro, a ver que pasa...
Después de los diez años, una acción digna de un psicópata.
Gabriela: intenté linkear con vos, pero no me da. ¿hay algo que anda mal, o no querés visitas?
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