Por ejemplo, la estatua de los pescadores tirando de la red que ilustra la foto, que de noche es fácil confundir con una escena real.
Frente a la posada donde se hospedaba Crab (foto de la izquierda), hay también una estatua de Juscelino Kubitschek, uno de los más progresistas presidentes de Brasil, creador de Brasilia, que tenía justo ahí su residencia campestre.
Buzios es una península, o sea que tiene playas y mar a ambos lados. Lógicamente, siempre, por una razón u otra, hay playas más preferidas que otras.
Lo que prevalece, naturalmente, es el gran número de pousadas que hay. Uno se pregunta, si todo el mundo viene a veranear, ¿adónde vive la gente? Porque fuera de los pescadores for export, que viven al final del pueblo, y que en vez de pescar se dedican ahora a pasear turistas con sus barcas, uno piensa, como pensaba Crab en Montecarlo ¿pero si todos son castillos y mansiones, la gente que trabaja en ellos, en los hoteles, en los restoranes, donde vive? Por supuesto, nos dimos la vuelta en la vieja y desvencijada barca de pescador, que resiste sin embargo todos los embates. A la izquierda, mis dos hijas, a la derecha, una de mis nietas, en la barca.
Por supuesto, además de posadas, hay gran cantidad de restoranes de todos los orígenes, así como ropa de un refinamiento que parece la rue Saint Honoré de París.
Pero el gil que tiene poca guita se las puede rebuscar bien también, si es que le gusta estar en esos ambientes sofisticados. Puede comer empanadas por 2.- reales (real a $ 1,50) y cervezas en lata a 2,50.
Las posadas son de todos los precios, todo depende de la cercanía o lejanía de la playa, y de cuán popular y distinguida sea la playa. Pero es imposible dormir por menos de 20.- reales.
Hay un lugar muy popular que hace crêpes. Bien hechos. Pero para darse una idea, el precio arranca desde los 12.- reales, los más sencillos. Crab no podía creer ver a tantos pendejos (el lugar, muy sofisticado, parece haber sido creado exclusivamente para ellos), deglutiendo en un par de mordiscos un crêpe de 20.- reales. Y pidiendo otro.
En ese lugar, que tiene pantallas gigantes, vimos el partido con los macacos. Un nieto compadrito se había calzado desafiante la casaca argentina. ¡Para qué! Fue el goce de toda la macacada. Hasta que en el golazo de Ayala vino una ondulante belleza morena, le dio un gran abrazo, y le dijo, susurrante: ¡pobrecito!, mientras el reblandecido Crab se relamía en secreto.
Lamentablemente, el jueves debimos regresar para operar a mi hija de un presunto cáncer de mama, que la realidad confirmó.
Así es la vida: nos da grandes alegrías, y de golpe, nos las quita.
2 Comentarios:
buzios es un lugar muy lindo, la verdad, yo nunca fui, pero me han contado, yo estuve por la zona de porto seguro hace unos años.
espero que tu hija se mejore, una enfermedad de mierda, la verdad...
ahí se ven!
Manzanas: gracias por tu mensaje y tus deseos. Es lindo en estos momentos saber que uno tiene amigos.
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