Para Elisa (por Ludwig von Crab)
A pedido de otra hija, Lorena, censuré parcialmente mi post de hace un par de días. L. consideró que me regodeaba en mi propio dolor, y que era bajoneante.
Como a Crab le encanta complacer a sus hijos, y quizás podía tener algo de razón, lo modifiqué.
Pero no, pienso que no tiene razón. Admitirlo sería desconocer a Elisa, y su irrefrenable pujanza.
Elisa es una topadora. Consigue todo lo que se propone y derriba todo lo que se ponga en su camino. (Por suerte se propone fines sanos).
Siempre dije que Elisa sería presidenta. No lo fue porque se fue a Brasil, y ahí no permiten presidentes argentinos.
Todo (y digo todo) lo que Elisa se propuso lo consiguió. Y hasta consiguiò muchas cosas que no se había propuesto.
Se casó con ese músico que conoció en Berlín (mirá vos: irse hasta Berlín para conocer a un brasileño, cuando se podrían haber encontrado en Río y ahorrarse miles de kilómetros). Se vino a Buenos Aires con él, con la decidida idea de casarse. Con la reticencia de los padres, ya que la cosa era una remake de Guess who's coming to dinner? y todo daba para pensar que no iba a salir bien.
Pero salió. Ahora bien, ¿qué iba a hacer Elisa en Brasil con 19 años, recién egresada de El Colegio?
Seguir estudiando, claro. Pero primero había que: 1) aprender bien portugués, que apenas hablaba; 2) rendir las equivalencias, sin olvidar que Brasil es cinco veces más grande que Argentina, tiene una historia que arranca en el siglo XVI, y no en el XIX, como la nuestra; que tiene una geografía y una organización política muchísimo más complicada... Nada, ella dio todas las equivalencias, y se preparó para: 3) el Vestibular, que es el equivalente a nuestro CBC, con la desventaja de que entran 5 de cada 100 que se presentan. Tampoco fue inconveniente.
Se recibió de Directora de Teatro en la Facultad de Artes (que nosotros no tenemos) y fue becada un par de años.
Luego, como abrazó una religión que podía ser incompatible con su vocación artística, dejó todo eso.
Entonces se dedicó a lo mejor que podía hacer, con sus conocimientos: enseñar castellano. Empezó con clases particulares, pero eso era poco para ella. Ahora es profesora del Vestibular, y de uno de los más importantes colegios particulares de Río. Además, ha hecho tantos postgrados que no los puedo detallar.
Claro, ustedes dirán, esas son las naturales vanidades con que se puede deleitar todo padre. Pero no, lo de Elisa es diferente: tiene una voluntad irrefrenable y, como dije, por momentos roza la falta de escrúpulos: si ella quiere algo no te le pongas delante. Mis demás hijas, con inteligencia y capacitación equivalentes, no tienen esa pujanza y esa persistencia en el esfuerzo.
Así que no me cabe ninguna duda de que Elisa va a vencer una vez más.
¡Fuerza, querida, todos te acompañamos (ya ves: mis amigos bloggeros también)!, y -como dijo Faulkner- prevalecerás.
Etiquetas: Mi familia.
4 Comentarios:
Me acongojé un poquito. Ya la quiero a Elisa. Y le mando un poco de mi fuerza cosmica.
Gracias Cordelia. Sos mi amiga. Eso es lo que quiero. Seguramente triunfaremos.
crab: el otro post no era lacrimógeno, sí muy sentido. Y este es muy afectuoso también.
saludos y buenos deseos para vos y tu niña
Gracias Emma: Es en estos momentos cuando es grato recibir tiernos mensajes como el tuyo.
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