Una hipótesis sobre el Graff Spee
Recibo esta historia, que aunque no sea verdadera, es interesante y creíble. Como dicen los tanos: Si non é vero...
PORQUÉ EL GRAF SPEE NO FUE ARREGLADO EN URUGUAY
Un aspecto nunca divulgado en la historia de
La verdadera razón por la que el capitán alemán nunca pudo reparar el acorazado en Montevideo y fue cercado por
"Ponga usted el precio", dijo el capitán Hans Langsdorff en un perfecto francés y colocó sobre el escritorio de su interlocutor un cartapacio de cuero abierto, en cuyo interior se veía un cheque en blanco.
"De ninguna manera repararemos su barco en mi empresa", respondió enfático Alberto Voulminot, también en francés, el idioma de sus ancestros.
"Véndame entonces los materiales que necesito", pidió Langsdorff, vestido con su impecable uniforme blanco y haciendo gala de sus refinados modales.
"Capitán, es inútil, esta empresa no sólo no reparará al Graf Spee, sino que tampoco le venderá ni un solo elemento de los que está usted precisando", respondió.
"Ponga usted el precio, pida lo que quiera, no hay límite", insistió el marino alemán y con su mano derecha le señaló el cheque que minutos antes había colocado sobre la mesa del empresario uruguayo.
"No es cuestión de precio, ni de dinero, sino de dignidad", expresó cortante Voulminot.
"Señor, ¿usted sabe que yo tengo, en mi barco, armamento y fuerza suficiente para volar la ciudad de Montevideo?".
"Claro que lo sé capitán. Pero también sé que usted es un caballero y que no lo hará".
Voulminot se levantó de su silla y dio por terminada la reunión. Tomó el cartapacio, se lo entregó a Langsdorff y lo acompañó hasta la puerta de su empresa, por entonces ubicada en Rondeau y Nicaragua.
Palabras más, palabras menos este diálogo se produjo el 15 de diciembre de 1939, en horas de la tarde, en la oficina del dique Regusci y Voulminot
Desde hacía unos días, Montevideo se había convertido en epicentro de
Luego de la reunión con el capitán Langsdorff, Alberto Voulminot ordenó redoblar la guardia del depósito del dique, temiendo que por la noche los alemanes intentaran robar los materiales que el Graf Spee necesitaba.
Desde entonces y hasta la partida del acorazado alemán, Carlos Alberto Voulminot, armado con un revólver y acompañado por el personal de la compañía, también armado, se mantuvieron custodiando la empresa.
Hay historias que
gobierno británico a través de su embajador Eugen Millington Drake ante las autoridades uruguayas, las que impidieron que el barco alemán pudiera ser reparado. Sin dudas que esas presiones existieron. Y que se tradujeron en que Uruguay, entonces neutral, conminara al Graf Spee a abandonar el puerto en pocas horas.
Pero para saber las verdaderas causas de porqué el dique uruguayo que tenía las posibilidades de realizar las reparaciones que necesitaba el Graf Spee se negó a hacerlas, hay que remontarse a 1870, cuando en medio de su proceso de unificación, Alemania invadió a Alsacia y en la pequeña localidad de Colmar, hoy territorio francés, el ejército germánico asesinó al padre de Albert Adolf Voulminot Sutter.
Fue la primera víctima de aquella guerra que costaría muchas vidas más.
Con una gran tumba esculpida por Fréderic Bartholdi (el mismo que construyó
Primero se afincó en Buenos Aires donde se dedicó al negocio cervecero y años más tarde en Montevideo, donde fundó el dique. En 1939, si bien Voulminot Sutter aún vivía, quienes estaban al frente de la empresa eran su hijo Alberto Voulminot, su nieto Carlos Alberto Voulminot Bonomi, entonces un joven estudiante de Ingeniería, y el ingeniero Armando
Regusci; nieto del otro fundador de la compañía.
Cuentan que al escuchar la explosión que retumbó en todo Montevideo en el anochecer del 20 de diciembre de 1939, cuando Hans Langsdorff dinamitó su barco a poca distancia de la costa uruguaya, Albert Adolf Voulminot Sutter comentó: "la historia tiene sus vueltas". La vida le había dado la posibilidad de presenciar cómo su hijo, un nieto de la primera víctima alemana de la invasión a Alsacia, 70 años después, le había asestado la primera gran derrota a los nazis.
Fue posible armar este relato gracias al testimonio brindado por una testigo directa de aquellos episodios: la señora Elvira Iglesias de Voulminot.
Etiquetas: El mundo es ancho y ajeno.
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