La trompeta en el jazz II
Así, en la década de los '40, va surgiendo una legión de trompetistas que no pueden escapar a la influencia de Armstrong que, por su parte, se comienza a comercializar, a tocar con grandes conjuntos con cuerdas, y a dejar de lado las posibilidades que demostradamente tenía como cantante, para dedicarse a canciones populares.
Mencionamos, entre otros, a Wild Bill Davison, Muggsy Spanier, Red Nichols.
Pero hacia finales de la década, comienza a surgir un trompetista que escapa a esa influencia. Nos referimos a Bobby Hackett, con un fraseo similar al de Beiderbecke, pero con un sonido más lleno y puro, y pleno de ideas que desarrolla con seguridad, sin vacilaciones, como quien tiene construido su dicurso desde el comienzo hasta el fin. Lamentablemente, a pesar de ser un gran trompetista, Hackett no alcanzó la difusión que tuvieron otros de seguramente muchos menores méritos.
Quizás haya sido también porque por la época comenzaban a sonar en el Milton los primeros ensayos de improvisaciones sobre acordes, en lugar de sobre la melodía, como se venía haciendo en el jazz hasta entonces. Con la preponderante influencia de Charlie Parker, Dizzy Gillespie y Thelonius Monk, había nacido el bop.
Gillespie era un Armstrong potenciado, actualizado, puesto al día. A partir de ahí ya nadie podía tocar como el viejo Armstrong, que quizás por eso se dedica a cantar La vie en rose . Nuevamente surgen los discípulos que se ponen a la sombra del maestro, con sus malabares en procura de la nota inalcanzable (pero que casi siempre alcanzaba). Y estoy nombrando nada menos que a Maynard Ferguson, Fats Navarro, Roy Eldridge, Charlie Shavers, entre muchos otros.
(Continúa).
Etiquetas: Un cacho de cultura.
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