La comunicación entre padres e hijos en la era de Internet
Crab y Matías, su hijo, tienen habitaciones contiguas, separadas por una pared.
Sendas computadoras, con banda ancha, respectivos anchos de banda adjudicados para cada una, y conectadas en red. Lo que se dice comunicación total.
A veces suena el teléfono. Como hay en la casa cuatro internos, el primero que contesta es quien habla. Si atiende él y es para mí, me lo indica un golpe en la pared.
Fuera de eso, cada uno está en lo suyo. Ignoro que será para Matías lo suyo, aparte de la compu.
De repente, un aviso sonoro me indica que alguien está queriendo comunicarse conmigo por el MSN, que tengo permanentemente conectado.
A veces abro la ventana, y es Matías que avisa: "timbre". Así me indica que están tocando el timbre abajo, que con la puerta cerrada y la música de jazz que escucho, no oigo.
Abro ahora la ventana, y es un mensaje de Matías, que me dice: "Aceptá e imprimime este archivo". (Les recuerdo, está en la habitación contigua).
Obediente, acepto el archivo, lo bajo y lo mando a imprimir. En mi habitación hay una impresora láser, y él tiene una jet ink color, pero siempre con los cartuchos vacíos, porque no se priva de nada.
Copio el archivo -generalmente trabajos prácticos que los profesores le mandan por Internet- y se lo llevo.
Tenemos, eso sí, una relación excelente.
En el almuerzo seguro nos vemos y charlamos un rato.
Etiquetas: Mi familia.
2 Comentarios:
Ahhh, ¡a mí, a veces, sólo a veces, me pasa lo mismo!
No, pero es natural. Son dos mundos diferentes, cada cual en el suyo. A veces se interceden.
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