Mascaró


Alea jacta est

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sábado, marzo 14, 2009

Los grandes amores de mi vida III


Faye Dunaway
Mírenla. ¡Tan dulce, tan indefensa, tan necesitada de cariño! ¿Qué insensible podría no enamorarse de ella?
Pero claro, no olvidar que es una actriz. Por eso es fácil enamorarse de ellas, porque son lo que queremos que sean. Sólo por un tiempo, claro. Pero como no nos casamos con ellas, permanecen fijas en nuestro cerebro (y en nuestro corazón) como en el momento en que las conocimos y caímos bajo sus influjos.
En mi caso fue precisamente en su segunda película, y la que quizás la hizo ya inolvidable, Bonny and Clyde (1967). ¿Cómo olvidar la deslumbrante escena inicial, en que sale desnuda a la ventana de su cuarto en respuesta a la bocina de su novio, que está intentando en la puerta de su casa robar el auto de la madre? Y ojo, que en esa época recién comenzaban a animarse con desnudos de cuerpo entero, y la verdad que Faye tenía (tiene aún) un cuerpo salido de las manos de un orfebre.
Luego, una larga carrera. El Oscar, por supuesto. Lo interesante es que además de hermosa, es inteligente.
Crab nunca olvidará una entrevista de hace unos cuatro años en People and Arts, en un programa del Actors Studio (que creo aún continúa), que consiste en entrevistas a actores destacados, hecha por un tipo que se vio todo el cine, y que tiene una memoria prodigiosa, que hace preguntas verdaderamente interesantes y pertinentes (¡ah, que lección para tantos inconsistentes entrevistadores vernáculos!) sobre pequeños detalles de interpretación en distintas escenas de distintas películas, e indaga sobre los recursos utilizados para lograrlos (la memoria emotiva, y todo eso). Luego, los alumnos del Actors Studio hacen también sus preguntas, siempre relacionadas con la actuación (ahí no se entra en ningún tipo de intimidades y chismes, como son habituales por casa).
Fue admirable la entrevista. La compenetración con cada personaje que reveló Faye. Cómo había estudiado cada detalle del pesonaje a componer, y tenido en cuenta las diferentes opciones disponibles, y finalmente, por qué razones había elegido la que interpretó. Es decir, en cada filme abordado, el estudio del desarrollo de cada personaje, de su evolución psicológica, de las opciones que se presentaban en cada punto crucial, y el porqué de la elección optada.
Inteligencia, capacidad de penetración psicológica. Y además belleza. Seductora belleza. ¿Cómo no amarla?

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2 Comentarios:

A la/s 8:11 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

Deseo dejar patente que sé bien que hay palabras que cambiando de hemisferio cambian también de significado. Poseo una listita de palabras castellanas que en otras latitudes toman un carácter obsceno y harto insultante, y cuyo uso se ha de evitar para no andar fastidiando al respetable público.

Dicho eso, paso a comentar tu último “Grandes amores III”.

No me cagues Mascaró que también te gusta la Faye?
Será verdad lo que decía mi maestro Peter Yang acerca de que la casualidad no existe?

Ella fue el ‘otro’ tipo de mujer que nos entró por los ojos y nos dejó el órgano de pensar medianamente maltrecho. A base de pómulos letales y dientes irónicos, y la cuchillada permanente de unos ojos resueltos a todo y que están de vuelta de todo. Fue Faye una falsa flaca que nos meció la temblorosa carne inerte ante la pantalla, en la oscuridad de la sala… amén.

Corcho Mascaró! Te debo una.

[En plan confidencial te prevengo que a Jessica Lange la tengo incrustada en las neuronas (Sam Shepard me perdone) y mis celos me impedirian compartirla contigo. Quede claro]

Un cordial abrazo
Joan Marrugat - Lletraferit

 
A la/s 7:58 p. m., Blogger Mascaró dijo...

Y espera que todavía falta un par para llegar al presente.
No entiendo muy bien tu comentario sobre las palabras que tienen otro significado según los países.
¿Por qué no me escribes a mi e-mail)

 

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