El mundo es ancho y ajeno
Demetrio abandonó el caserío y anduvo al azar por el campo. Dio una vuelta por el maizal, escuchando la bronca y solemne música de las grandes hojas mustias batidas por el viento y luego fue hacia el trigo y oyó que la punzante crepitación gemia dentro de la noche como en una caja donde resonaran finos cordajes. Trepó un tanto y vio la sombra densa y boscosa de la quebrada, oscuridad que contenia el lamento de las aves muertas. Y se puso despues a mirar el pueblo y sus rojos fogones titilantes, que se iban apagando mientras en el cielo se encendian las estrellas. Despues asomó la luna, incipiente, recien formada, línea blanca y curvada como una flauta nueva. Demetrio sentóse en una eminencia preguntándose: ¿que tocaré?" No sabia que tocar ahora que ya tenia la flauta y estaba a punto de realizar sus deseos. Todos los yaravíes, tonadas, huainos y cashuas que habia aprendido se le antojaban inútiles. Su corazón sabría, pues. Comenzó a sonar lenta, blanda, indecisamente primero y despues fue levantandose la melodía, diríamos mejor la voz, y en el caserío los que estaban despiertos mantuvieron su vigilia y los que dormían tal vez se pusieron a sonar. Se decian unos a otros los oyentes en el recogimiento de sus habitaciones de sombra:
¿Oyes? Ha de ser el Demetrio...
Parece que cantara y llorara...
La madre, que velaba, despertó al marido y le dijo:
Si no supiera que es él, diria siempre que es el, el mesmo...
Crecia la voz, se levantaba clara y alta, poderosa y triste a un tiempo, envolviendo en sus notas algo como un himno a la tierra fecunda y un lamento por las aves vencidas. Una rara torcaz nocturna se habia puesto a cantar. Pero no, que temblaban lágrimas en esa melodia, que se alargaban humanos sollozos en las notas unidas, contimuas, llevadas y traídas por el viento. Más ya volvian a los primeros ritmos, ya se calmaban con la placidez de la tierra fructificada, ya tomaban serenidad en la existencia permanente que va de la raiz a la semilla...
A ratos parecia que el flautista caminaba de un lado a otro y que dejaba de tocar, pero sucedía sólo que el viento cambiaba de dirección o se hacía más fuerte. La musica tornaba, renacía, se ampliaba como el agua derramada, y todo adquiría una actitud de encontrarse escuchando, y la pequeña luna trataba de destacar al tocador, solitario en una loma, solitario y acompañado de todo en la inmensa noche.
Asi hasta muy tarde.
El mundo es ancho y ajeno - Ciro Alegría
Etiquetas: Un cacho de cultura.
3 Comentarios:
Felicitaciones Crab por sus visitantes entre las que me encuentro. Para mi es un placer entrar a su blog todas la mañanas y dejar que la música acompañe mi lectura. A veces, ya leido, en otras entradas durante el día lo pongo solo por su música. Gracias por hacer algo por los demás que produce felicidad.
Felicitaciones Crab por sus visitantes entre las que me encuentro. Para mi es un placer entrar a su blog todas la mañanas y dejar que la música acompañe mi lectura. A veces, ya leido, en otras entradas durante el día lo pongo solo por su música. Gracias por hacer algo por los demás que produce felicidad.
Crab, puede usted borrar los siameses que sin mi intención salieron. Disculpe.
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