El cáncer y los "blogs" de protesta
Hoy leo en Enfoques de La Nación (largo paréntesis faulkneriano: ya se sabe que Crab, supuesto marxista, lee La Nación, una de las tantas contradicciones de vivir en un país capitalista. Antes, los de izquierda tenìamos periódicos con los que nos identificábamos plenamente: La Vanguardia, Marcha, quizás La Opinión; después vinieron los milicos y los peronistas y los quemaron o los cerraron) que existen un montón de espacios (el periodista quizás no muy informado, los llama blogs, pero son en realidad foros) dedicados a protestar sobre cómo todo quien tiene algùn poder, puede jodernos, sin que tengamos a dónde ir a cantarle a Gardel.
Transcribo algunos, para quien quiera enterarse y quizás quejarse: comovacas.blog.spot.com, viaje como el orto.blog.spot.com, mecagoenmetrovias.wordpress.com, estafadosportelefonica.blog.spot.com, speedyapesta.com.ar.
¡Habría tantos abusos de qué quejarse!
Pero hay, como en los infinitos, diversas categorías, y diversas prioridades, según la importancia de aquello en que nos joden.
Crab, cansado de que lo robaran, y como contaba con el reconocimiento de sus vecinos, se postuló para administrar el edificio en que vive. Entre tantos problemas que eso acarrea, se enfrentó conque una torre que integra el consorcio (y que tiene otro administrador) había alquilado su terraza para una antena repetidora de señales de Internet.
Ellos apareaba varios problemas. Tres, en realidad: 1) Al parecer, estas antenas repetidoras tienen emisiones que pueden afectar nuestro organismo. 2) Son enormes y pesadas estructuras, que comprometen la seguridad del edificio, ya que hay que verificar si el mismo está construido para soportar esa carga, y 3) la torre, que integraba un único consorcio, se quedaba con toda la guita, sin darnos a nosotros participación.
Lógicamente, Crab, ávido buscador de la justicia y de la guita que le corresponde (en ese orden), les inició juicio.
Aunque contaba con un buen abogado, pero desconfiando de que le dedicara el tiempo debido, realizó toda la investigación que fundamentara la demanda.
De ello resultó que las investigaciones más exhaustivas sobre el tema se hicieron en España, país que tiene justicia en serio, y donde habían litigado OGN contra Telefónica (que es en España, recordemos, una empresa del estado español).
De ellas habia surgido, con abundante documentación: 1) que edificios que no soportaron la carga, se habían derrumbado; y 2) que las emisiones que pasaban determinada medida, afectaban especialmente a la salud, lo que resultaba como consecuencia final en distintos tipos de cáncer.
El argumento de los abogados de Teléfonica era que para comprobar el punto 2) había que esperar más de 10 años, ya que de otro modo podían ser atribuidos a la casualidad.
Bueno, perdimos en primera instancia, pero la ganamos en la apelación a la Cámara (2da. instancia). Ahora plantearon el recurso federal, al que con toda seguridad no se accederá.
Ahora bien, Crab se hizo conocido como paladín de la justicia en el barrio. y unos meses después, se les planteó a unos vecinos un caso similar y vinieron a consultarlo.
En este caso se trataba de una antena repetidora de señales de celulares.
Desde su piso, Crab vio cómo trabajando las veinticuatro horas, alumbrando de noche la azotea con grandes reflectores, se construyó a todo andar la antena. En una semana, y sin que los vecinos se enteraran. Cuando quedó concluida, recién se enteraron y comenzaron las averiguaciones.
La administradora, que había firmado el contrato, lo hizo por su cuenta, y sin convocar a Asamblea, como ordenan los reglamentos de copropiedad, basados en la Ley de Propiedad Horizontal.
La administradora recibió por sus servicios $ 40.000.- y desapareció. Cuando los vecinos protestaron por esa invasión, Telefónica respondió que había firmado un contrato en regla con la administradora, que tenía poderes para ello. Los vecinos, asesorados por Crab que tenía todos los elementos para la acción, amenazaron con iniciar acción judicial, a lo que Telefónica respondió que entonces serían a su vez reconvenidos por la inversión que Telefónica había realizado, por el lucro cesante, por incumplimiento de contrato, y muchas cosas más.
Los vecinos deliberaron. Ahora bien, ¿a qué abogados debe recurrir uno para iniciarle juicio a Telefónica, que se supone que tiene los medios para contratar a los mejores?
Además, ¿de dónde sacar la guita para afrontar un juicio de esas características?
Demás está decir, renunciaron y se comieron la antena.
Tengo un hijo que vive frente al obelisco en un piso 24. Es un espectáculo ver desde su living la ciudad de Buenos Aires, con todas sus terrazas pobladas de antenas, que semejan un gigantesco árbol de navidad.
¿Será cierto que producen cáncer? Hace poco salió un fallo, donde vecinos más decididos defensores de sus derechos, hicieron el juicio al que los míos no se animaron. Entre las pruebas aportadas, figuraban los casos de cáncer que se habían producido en los últimos años en el entorno donde estaba colocado la antena. Finalmente, la justicia de la ciudad de Buenos Aires determinó que Telefónica debía retirar la antena del edificio en cuestiòn.
¿Cuántas antenas quedan en Buenos Aires cuyos vecinos no conocen del tema y se comieron o se comerán un futuro cáncer?
¿Qué es esto, comparado con que los subtes tarden un poco más en llegar, o con el precio de los tomates?
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal