Rugbiers uruguayos vs. mineros chilenos

Leo preocupado que hace un par de días un grupo de los antropófagos uruguayos visitaron a los mineros chilenos encerrados en su mina para transmitirles su solidaridad.

Ahí pensé: "¿Qué tienen que ver?".

Una explicación vaga dada fue que ellos habían conocido la soledad y la desesperanza por la imposibilidad de recibir ayuda.

Creo que las situaciones son bien distintas: en un caso era un despreocupado grupo de adolescentes de colegios prestigiosos uruguayos que iban de visita a Chile en avión, junto con sus familiares, a jugar un partido de rugby.

En otro caso, de laburantes que quedaron sepultados en la mina donde trabajaban. A 700 metros de profundidad. Piénselo: unos 14 edificios como el de 12 pisos donde usted vive, uno abajo del otro.

Unos, dando ejemplo de su inquebrantable fe y esperanza católicas, se comieron los restos de sus parientes y amigos, mientras celebraban la comunión antes de hacerlo.

Los chilenos, distribuyendo avaramente la poca agua y comida de la que disponían, mientras, unidos también por su fe, confiaban en la llegada de algún tipo de ayuda.

No puedo criticar la actitud de los rugbiers. Debo confesar que uno no sabe bien cómo habrá de reaccionar ante algunas situaciones límites hasta que no se ve obligado a enfrentarlas. No sé si algún minero chileno no habrá también mirado gozoso de reojo a algún compañero gordito que mostraba signos de desfallecimiento.

Pero de lo que estoy bien seguro es que, una vez liberado de la situación, nunca hubiera intentado llenarme de guita escribiendo un libro sobre el tema, y vendiéndolo luego para hacer una película.

Los chilenos, aunque lo hagan, no tendrán nada de qué avergonzarse.

Ahora, eso sí, espero que en la comunicación que seguramente habrán tenido, los caníbales no hayan tenido oportunidad de darles ningún consejo.