Mascaró


Alea jacta est

Crab no se responsabiliza por las opiniones vertidas en este blog, que a veces ni siquiera comparte.

No toda la información aquí publicada ha sido debidamente chequeada. Ley 23444.

La idea de este blog es crear un espacio amable y compartir recuerdos, puntos de vista o apreciaciones con gente amiga o en proceso de serlo. Por tal motivo queda prohibido el acceso de energúmenos, cuyos comments serán eliminados. Crab atenderá y contestará por línea directa (ver Perfil) a todos los que quieran insultarlo, amenazarlo, amedrentarlo, despreciarlo o menoscabarlo. Quienes busquen sus efímeros 15´ de fama aquí, no los encontrarán.

Los contenidos de esta página pueden afectar creencias tradicionalmente aceptadas respecto de cualquier institución, grupo o individuos, tales como el estado, el gobierno, la iglesia, el sindicalismo, las fuerzas armadas, la familia, el capitalismo, el imperialismo, las madres de Plaza de Mayo, la Asociación Argentina de Fútbol, el Ejército de Salvación, la Organización Scoutista Argentina, los homosexuales, los negros, los judíos y los chinos. El acceso a la misma por parte de menores de edad queda librado por lo tanto a la responsabilidad y vigilancia de los señores padres.

domingo, agosto 23, 2009

El tazón de madera

Les garantizo que recordarán el cuento del tazón de madera mañana, de aquí una semana, un mes, un año...

Un frágil hombre ya de edad fue a vivir con su hijo, su nuera, y su nieto de cuatro años.
Las manos del viejo temblaban, sus ojos estaban empañados, y sus pasos titubeaban.
Comían juntos en la mesa, pero las temblorosas manos del viejo abuelo y su vista vacilante hacía dificultosa su comida. Las arvejas rodaban de su cuchara al piso.
Cuando agarraba su taza, la lecha se derramaba sobre la mesa.
El hijo y la nuera se irritaban ante esos desastres.
"Debemos hacer algo con papá" -dijo el hijo.
"Ya tengo bastante con su leche volcada, su ruidoso masticar, y con la comida en el piso".
De modo que el marido y su mujer le acomodaron una mesita en una esquina.
Ahí, el abuelo se sentaba solo, mientras el resto de la familia disfrutaba de la comida.
Puesto que el abuelo había roto uno o dos platos, se le servía la comida en un tazón de madera.
Cuando la familia miraba en su dirección, podía vérsele a veces una lágrima en sus ojos mientras permanecía sentado, solo.
Sin embargo, las únicas palabras que la pareja tenía para él eran serios retos cuando dejaba caer un tenedor o cuando desparramaba comida en el suelo.
El niño de cuatro años contemplaba todo en silencio.
Una noche, antes de la cena, el padre advirtió a su hijo jugando en el suelo con trozos de madera.
Le preguntó a su hijo dulcemente: "¿Qué estás haciendo?". Con igual dulzura, el chico contestó:
"Oh, estoy haciendo una pequeña taza para que vos y mamá coman su comida cuando yo sea grande".

Etiquetas:

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal

Adoos