Mascaró


Alea jacta est

Crab no se responsabiliza por las opiniones vertidas en este blog, que a veces ni siquiera comparte.

No toda la información aquí publicada ha sido debidamente chequeada. Ley 23444.

La idea de este blog es crear un espacio amable y compartir recuerdos, puntos de vista o apreciaciones con gente amiga o en proceso de serlo. Por tal motivo queda prohibido el acceso de energúmenos, cuyos comments serán eliminados. Crab atenderá y contestará por línea directa (ver Perfil) a todos los que quieran insultarlo, amenazarlo, amedrentarlo, despreciarlo o menoscabarlo. Quienes busquen sus efímeros 15´ de fama aquí, no los encontrarán.

Los contenidos de esta página pueden afectar creencias tradicionalmente aceptadas respecto de cualquier institución, grupo o individuos, tales como el estado, el gobierno, la iglesia, el sindicalismo, las fuerzas armadas, la familia, el capitalismo, el imperialismo, las madres de Plaza de Mayo, la Asociación Argentina de Fútbol, el Ejército de Salvación, la Organización Scoutista Argentina, los homosexuales, los negros, los judíos y los chinos. El acceso a la misma por parte de menores de edad queda librado por lo tanto a la responsabilidad y vigilancia de los señores padres.

domingo, mayo 31, 2009

El ingenio japonés

A los japoneses les gusta comer pescado fresco. Pero las aguas próximas a Japón no suministran desde ya hace mucho tiempo suficiente pescado. Así que para alimentar a su población, los buques de pesca japoneses se fueron haciendo más grandes y han debido viajar más lejos a lo largo de los años.
Cuanto más lejos iban, más tiempo tardaban en traer el pescado. Si el viaje de regreso tardaba demasiado tiempo, el pescado no llegaba fresco.
Para resolver el problema, las empresas pesqueras instalaron cámaras frigoríficas en sus barcos. El pescado era congelado en el mar.
Las cámaras frigoríficas permitirían a los barcos ir más lejos y permanecer fuera durante más tiempo. Sin embargo, los japoneses pudieron percibir la diferencia entre el pescado fresco y el congelado. Y no les gustó el sabor del congelado, que bajó de precio.
Entonces, las pesqueras instalaron tanques de pesca. Una vez capturados, los peces eran amontonados en los tanques, aleta contra aleta. Luego de esas palizas, quedaban cansados, torpes, y perdían su sabor fresco. La industria pesquera encaraba una crisis inminente.
Pero hoy, se obtiene pescado con sabor a fresco en Japón.
¿Cómo hicieron? Para mantener el sabor fresco del pescado, las compañías de pesca siguieron poniéndolos en los tanques, pero con un pequeño tiburón dentro. Los pescados se sentían en peligro, y por lo tanto permanecían constantemente en movimiento. El desafío que enfrentaban los mantenía vivos y frescos.

Hasta aquí la anécdota. Interesante. Pero claro, hay muchos que no dejan pasar una oportunidad así para pasar su aviso. En este caso es que no debemos dejarnos vencer por la rutina, que debemos enfrentar los desafíos que nos dan energía, que tenemos capacidades como para hacer una diferencia. Que pongamos un tiburón en un tanque, y bla, bla, bla.
Lo peor es que el sermón termina con una frase de Einsteint en consonancia -que quien sabe, además, si es cierta: "La debilidad de actitud se vuelve debilidad de carácter"

Si pongo un tiburón en mi tanque, lo más probable es que termine comiéndome.

Etiquetas:

2 Comentarios:

A la/s 12:34 p. m., Blogger María dijo...

Siempre es bueno a hacer como que nos nos va a comer. Y en una de esas no nos come. Es una cuestión de actitud.
Gracias por pasar por Guonderlan

 
A la/s 3:27 p. m., Blogger Mascaró dijo...

Soy yo quien te agradece.

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal

Adoos