En el caso de Saramago, muerto hace unos meses, ya comienzan a salir libros que pretenden sacarle el jugo.
Algunos, como el de Fernando Gómez Aguilera, recién salido en España, con el sencillo y eficaz truco de tomar citas suyas y componer con ellas un diccionario.
Crab, para no ser menos ladrón ni menos ingenioso, lo copia. Todo sea en honor al admirado Saramago.
Comunismo. Mi partido tiene sus ideas, y yo las ideas de mi partido, pero no necesariamente de la misma manera.
Dios. Sería más cómodo creer en Dios, pero escogí el lugar de la incomodidad.
Escritor. No uso la literatura para hacer política, porque por experiencia conozco muy bien los males de la demagogia y hasta qué punto pueden perjudicar la causa que yo mismo defiendo. Siempre aplico un cuidadoso extremo, una autovigilancia, para que la demagogia no entre en nada de lo que hago.
Ética. Ni el arte ni la literatura tienen que darnos lecciones de moral. Somos nosotros los que tenemos que salvarnos, y sólo es posible con una postura ciudadana ética, aunque pueda sonar a antiguo y anacrónico.
Lanzarote. Digamos, para no dramatizar las cosas, que Lanzarote apareció cuando yo más necesitaba un lugar así.
Latinoamérica. El descubrimiento no fue un diálogo de culturas ni un encuentro de pueblos, fue violencia, depravación y conquista.
Mujer. Siento que las mujeres son, por regla general, mejores que los hombres. Parece que el hombre hubiese renunciado a su punto de vista viril, seductor, y ahora no supiera muy bien cómo debería ser. La mujer, en cambio, es y, a la vez, siempre está dispuesta a ser.
Periodismo. Se ha establecido y orientado una tendencia a la pereza intelectual y en esa tendencia los medios tienen una responsabilidad
Política. Sin política no se puede organizar una sociedad. El problema es que la sociedad está en manos de políticos profesionales.
Portugal. Nosotros, los portugueses, no sabemos porqué pensamos determinadas cosas que creemos que pensamos.
Ser humano. Creo que Dios Nuestro Señor creó el mundo el también creó las contradicciones y después, como no sabía qué hacer con ellas, inventó el hombre.
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