lunes, agosto 17, 2009

El signo de interrogación

Por esa puta cosa de la influencia del inglés que Crab se preocupa tanto por combatir (ya que piensa que tenemos un idioma maravilloso), últimamente mucha gente ha dado en ignorar los signos de interrogación y admiración de apertura, usando solamente el de cierre de la frase. No siempre fue así, sin embargo. Veamos:
En la mayoría de los idiomas se utiliza un único signo de interrogación al final de la frase interrogativa: How old are you?(Inglés: ¿Cuántos años tienes?). Este fue el uso habitual también en español, hasta mucho después de que la segunda edición de la Ortografía de la Real Academia, en 1754, declarase preceptivo iniciar las preguntas con el signo de apertura de interrogación invertido, (¿) y terminarlas con el signo de interrogación ya existente (?) – ¿Qué edad tienes?–, al tiempo que se ordenaba lo mismo para los signos de admiración (¡) y (!). Este criterio, en realidad, no se generalizaría hasta casi un siglo más tarde, ya que desde esa fecha de mediados del siglo XVIII hasta mediados del XIX la Real Academia Española no tuvo, ni mucho menos, el carácter corporativo e institucional que le iba a conferir posteriormente la monarquía isabelina. Las imprentas siguieron editando según la costumbre: ubicaban solamente un signo al final de las frases interrogativas o exclamativas. Si los signos iniciales se extendieron en las tipografías, no se debió a que el español tenga el problema de que no se sabe en qué momento se inicia la frase interrogativa o admirativa (la sintaxis de otras lenguas también desconoce ese momento), sino al carácter forzoso que dio la monarquía a los criterios de la Real. La norma de los signos de interrogación y exclamación iniciales fue impuesta, simplemente, de la mano de la Gramática oficial de la institución monárquica. Su carácter compulsorio estaba limitado al muy reducido ámbito idiomático de España (ver, por ejemplo, la resistencia de Chile). Una solución intermedia muy corriente consistió en utilizar los signos de apertura sólo cuando el enunciado era largo, o con riesgo de ambigüedad, pero no para las frases breves y claramente interrogativas, como Quién vive?

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