8 de Einstein
Aparte de saber algo de física, Einstein tenía repentismo y sentido del humor. Algo de eso podrá apreciarse en estas anécdotas:
Un periodista le preguntó a Einstein:
-¿Me puede Ud. explicar
Einstein le contestó:
-¿Me puede Ud. explicar cómo se fríe un huevo?
El periodista lo miró extrañado contestándole:
-Pues sí, sí que puedo.
A lo cual Einstein replicó:
-Bien, pues hágalo, pero imaginando que yo no sé lo que es un huevo, ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego.
Durante el nazismo, Einstein, a causa de ser judío, debió de soportar una guerra en su contra urdida con el fin de desprestigiar sus investigaciones.
Uno de estos intentos se dio, cuando se compilaron las opiniones de 100 científicos que contradecían las suyas y que se editaron en un libro, llamado 'Cien autores en contra de Einstein'.
Cuando se enteró del hecho, Einstein comentó:
-¿Por qué cien? Si estuviese errado haría falta sólo uno.
-Profesor Einstein, cuando tiene una idea original, ¿qué hace? ¿La anota en un cuaderno o en una hoja suelta?
A lo que Einstein respondió:
-Cuando tengo una idea original, no se me olvida.
Einstein tuvo tres nacionalidades: alemana, suiza y estadounidense. Al final de su vida, un periodista le preguntó qué posibles repercusiones habían tenido sobre su fama estos cambios.
Einstein respondió:
-Si mis teorías hubieran resultado falsas, los estadounidenses dirían que yo era un físico suizo, los suizos que era un científico alemán, y los alemanes que era un astrónomo judío.
En 1919 Einstein fue invitado por el inglés Lord Haldane a compartir una velada con diferentes personalidades. Entre éstas había un aristócrata muy interesado en los trabajos del físico.
Tras una larga conversación, el inglés explicó a Einstein que había perdido recientemente a su mayordomo y que aún no había encontrado un sustituto.
-La raya del pantalón la he tenido que hacer yo mismo, y el planchado me ha costado casi dos horas.
A lo que Einstein comentó:
-Qué me va a contar a mi. ¿Ve usted estas arrugas de mi pantalón? Pues he tardado casi cinco años en conseguirlas.
En una reunión social, Marilyn Monroe se cruzó con Einstein y le sugirió lo siguiente:
-¿Qué dice, profesor, deberíamos casarnos y tener un hijo juntos? ¿Se imagina un bebé con mi belleza y su inteligencia?.
Einstein, muy seriamente, le respondió:
-Desafortunadamente temo que el experimento salga a la inversa, y terminemos con un hijo con mi belleza y su inteligencia. (Esta anécdota se atribuye también a Bernard Shaw)
En una reunión social Einstein coincidió con el actor Charles Chaplin. En el transcurso de la conversación, Einstein le dijo a Chaplin:
-Lo que he admirado siempre de usted es que su arte es universal; todo el mundo le comprende y le admira.
A lo que Chaplin respondió:
-Lo suyo es mucho más digno de respeto: todo el mundo lo admira y prácticamente nadie lo comprende.
En los años 20, cuando Albert Einstein empezaba a ser conocido por su Teoría de
-Si quiere -le dijo el chofer- lo puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra.
Einstein estuvo de acuerdo, y antes de llegar al siguiente lugar, intercambiaron sus ropas y Einstein se puso al volante.
Llegaron a la sala donde se iba a celebrar el evento, y como ninguno de los académicos presentes conocía a Einstein, no se descubrió la farsa.
El chofer expuso la conferencia que había oído repetir tantas veces a Einstein. Al final, un profesor en la audiencia le hizo una pregunta.
Por supuesto el chofer no tenía ni idea de cuál podía ser la respuesta, sin embargo tuvo una chispa de inspiración y le contestó:
-Bueno, lo cierto es que la pregunta que me hace es tan sencilla, que dejaré que se la responda la persona que se encuentra al final de la sala ... que es mi chofer.
Etiquetas: Un cacho de cultura.
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