viernes, enero 29, 2010

Salinger, por fin el silencio.

Rompo mi prolongado aunque provisorio ostracismo para rendir un homenaje.
Para Crab, el último grande. Todos los relatores que salieron después, tenían algo de él. Creó un estilo inimitable e inimitado.
Vivió los últimos 50 años recluido, detrás de un anhelo imposible. ¿Qué quería el insensato? Que lo dejaran de joder. Nada menos .
Pero... ¿a qué hablar de él? Hay que leerlo.
Mi fervoroso homenaje.

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