jueves, abril 16, 2009
El ADN
Cuando salió esta "novedad" científica, Crab pensó: "se acabaron todos estos líos de los hijos no reconocidos que tenían que hacer largos juicios a sus padres, que por razones de conveniencia social los negaban".
Pero el reconocimiento a través del ADN tuvo -desgraciadamente en nuestro caso- otra nefasta utilidad: el reconocimiento de tantos cadáveres NN, que terminó al menos con una de las grandes obsesiones de sus familias: no saber qué había sido de sus hijos, hermanos, etc., y adónde habían ido a parar. A través de este procedimiento pudieron identificarse miles de desaparecidos, que terminaron al menos con esa parte -bien importante- de esa angustia.
Luego, sí, vino la que hablábamos.
Si no me equivoco, el primero en caer acá fue Maradona. Durante largo tiempo le anduvo esquivando a la justicia italiana negándose a dar una muestra de su sangre, hasta que al final, acorralado, cuando ya amenazaban sacársela de prepo, terminó llegando a un arreglo con su ocasional y furtiva pareja y reconoció a su hijo.
Luego, fueron cayendo unos cuantos: Scioli, Menem, entre los más conocidos. Creo que hay también algún político, que ahora no recuerdo. Tiene que haberlo.
La cosa viene a cuento porque al presidente de Paraguay, Fernando Lugo, le acaba de pasar lo mismo. Con el agravante de que él era obispo cuando engendró a la criatura. Agravante para él, a Crab le chupa un huevo. Lo gracioso es que la madre de su hijo, que hasta aquí se había quedado en el molde, dice que al ver la foto y el comentario que ilustra este post se indignó tanto que decidió demandarlo.
Los medios, que en general no simpatizan con Lugo -ni, vamos a ser francos, con nadie que tenga un poco de olor a zurdo- han hecho un escándalo con el caso.
Pero es del caso de recordar otros. Y a nivel presidencial, ojo. Parece que los latinoamericanos, y especialmente los vecinos que nos rodean, comparten esa antipatía por el incómodo -reconozcámoslo- forro, que sin embargo tantas molestias les hubiera ocasionado.
Así, tenemos dos peruanos que han tenido que torcer la mano y reconocer a sus hijos: Alán García y Alejandro Toledo.
Porqué no, un bolita: Evo Morales.
Y porqué no Lula, por simpático que nos resulte.
De Menem ya hablamos, que buen trabajo que le costó a su hijo, que sin embargo ahora aprovecha las prebendas de llamarse Menem.
¡Y tanto kilombo que le hicieron a Clinton por un insignificante pete!
Coincido con usted en lo de Bill Clinton, fue solo un pete, pero pobre Hillary, mi hermosa Hillary, como la hizo sufrir por dios.
ResponderBorrarSaludos!
Coincido. También amé a Hillary -que ahora luce bastante descangallada-, aunque nunca quisiera ser su esposo: debe ser recontraexigente.
ResponderBorrarHaberla cambiado -siquiera por unos ratos- por Mónica, revela el escaso buen gusto de Clinton.