Bien, los bebés ya pueden morir tranquilos sin ser bautizados: el papa acaba de decretar la muerte del limbo, esa especie de castigo indeterminado (en realidad no se sabía bien si era castigo o premio: consistía en no ver a dios por toda la eternidad, cuando el castigo es en realidad la idea terrible de eternidad, viendo o no viendo a dios) que había establecido algún papa, o alguien representante de dios con igual poder, para los infantes en esa condición.
Ahora bien, supongamos que el papa sea realmente el representante de dios en la tierra, y como tal, trasmitió de parte de éste la existencia de ese limbo. Y ahora resulta que decreta que ya no existe más.
¿Qué pasó, dios cambió de idea?
Me parece que aquí algo anda mal, y que la iglesia católica muestra una verdadera incoherencia. O una cosa o la otra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario