sábado, abril 28, 2007

Borges y la poesía


Respondiendo un comentario de Hipólita, referido a la falta de poesía en Borges, quisiera dedicar a ambos este post.
La negligente ligereza con que descalifica a un grande, me hace acordar a una de las citas con que inauguré mi blog. Es del Oso Figueredo, en un comment en el blog Mal Elemento, y decía: Hay gente a la que los blogs les crea un falso microclima de tenerla clara.
Depende, claro, de aquello que llamemos poesía. Creo adivinar porqué Borges no le gusta a Hipólita.
Por supuesto, me gusta Valery y:
La mer, la mer toujours recommencé.
Pero eso no me hace desdeñar la otra poesía, la que dice cosas plenas de sentido, la que construye relatos atractivos, la que plantea enigmas filosóficos, en lenguaje poético. El problema es que cuando uno cuenta cosas, necesariamente debe utilizar todos los elementos de la oración: verbos, sustantivos, adjetivos, preposiciones, artículos. Así, necesariamente la musicalidad se resiente.
Aunque el poeta sea Borges, que tiene infinidad de recursos, y los usa. A mí el que más me fascina es la utilización del vocablo inesperado, como cuando dice:
Por este río de señuera y barro.
Ahí lo que provoca es ese señuera descontextualizado, como se diría ahora.
Los poemas de Borges, en realidad, la mayoría de las veces son relatos, presentados en forma poética. En otras ocasiones pulsa la lira y construye poemas con sensaciones, con sentimientos, es decir, no relata hechos. Juega con elementos como la nostalgia del pasado, las cosas que pudieron haber sido, las cosas que habrán de ser y por siempre ignoraremos. Ahí nos acercamos más a la poesía. Pero en general, sus versos significan, ¿les quita eso algún valor? ¿dejan de ser por eso poesía? Siempre, detrás, está el pensamiento filosófico, también. Creo que esto eleva a Borges a la categoría de los grandes, aunque no sea original. Poder decir, por ejemplo (hay miles de ejemplos):
¿soy yo esas cosas y las otras
o son llaves secretas y arduas álgebras
de lo que no sabremos nunca?
Los límites son difusos. Hay un prosista español, Gabriel Miró (1879-1930) no demasiado conocido, que es para mí el más maravilloso prosista que he leído. En realidad, escribe poesía en prosa. Recomiendo especialmente su lectura. Pero ojo: es para paladares exquisitos, pura poesía, donde no sucede nada. O casi nada.
El ideal estricto de la poesía, sería el que reclama León Felipe:
Deshaced ese verso.
Quitadle los caireles de la rima,
el metro, la cadencia y hasta la idea misma.
Aventad las palabras,
y si después algo queda todavía
eso
será la poesía.
Que luego desmiente en el resto de su obra.
Pero intentar llegar a la substancia de la poesía, es algo sobre lo que me gustaría extenderme en un post que tengo prometido sobre la poesía pura, que es, cierto, mi preferida, pero me lleva más tiempo del que dispongo. La dificultad es que el libro que me inspiró trabaja sobre todo con poetas franceses, y la pureza y musicalidad del verso se pierde al traducir. (En el original, Cortázar, el traductor, con muy buen criterio, las cita en francés y las traduce en nota).
Pero más allá de todo, cada poema -cada escrito, en general- requiere su lector. Para mí, acongojado y vulnerado enamorado sin respuesta, los cuatro versos que cito de Ausencia, me causan especial congoja. O los dos que cito de Despedida. Otro, probable (quizás seguramente) los reciba indiferente.
Pero sigamos con Borges. Por lo señalado, voy entonces a citar sólo versos sueltos, y el poema al que pertenecen:
DEL LIBRO "FERVOR DE BUENOS AIRES"
En que ayunó Juan Díaz y los indios comieron,
(una rara, feliz y poco frecuente demostración de humor por parte de Borges dentro de un poema)
...
Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en la Boca.
Y el consagrado final:
A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y el aire.
FUNDACIÓN MÍTICA DE BUENOS AIRES
esas luces dispersas
que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar
...
el silencio del pájaro dormido
EL SUR
¡Qué bien se ve la tarde
desde el fácil sosiego de los bancos
LA PLAZA SAN MARTÍN
en los lindes de la mesa
la vida de los otros se detiene
....
y el siete de oros tintineando esperanza
....
una lentitud cimarrona
los mismos versos y las mismas diabluras
TRUCO
con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio
...
grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y un aljibe
UN PATIO
Ahora es un poco de ceniza y de gloria
INSCRIPCIÓN SEPULCRAL
La inmarcesible rosa que no canto
la de cualquier jardín y cualquier tarde
la que siempre es la rosa de las rosas
...
la ardiente y ciega rosa que no canto
(inexplicable repetición: si ya dijo que no la cantaba, ¿a qué repetirlo?)
LA ROSA
Pero cuando un arco bendijo
con los colores del perdón la tarde
...
y en las hojas lucientes
dijo su trémula inmortalidad el estío
BARRIO RECONQUISTADO
grande y umbría
como la sombra de una montaña remota
...
son venales las muertes
si las pensamos como parte del Tiempo
ROSAS
Es la sospecha general y borrosa
del enigma del tiempo
FINAL DE AÑO
No arriesgue el mármol temerario
gárrulas transgresiones al todopoder del olvido
INSCRIPCIÓN EN CUALQUIER SEPULCRO
He repetido antiguos caminos
como si recobrara un verso olvidado
...
una racha perdida
ha ofendido las calles taciturnas
...
pero de nuevo el mundo se ha salvado
la luz discurre inventando sucios colores
mientras un pájaro detiene el silencio
AMANECER
que mientras juego con dudosas imágenes
BENARÉS
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
AUSENCIA
y ese dialecto de alusiones
que toda agrupación humana va urdiendo
LLANEZA
Yo soy el único espectador de esta calle
si dejara de verla se moriría
CAMINATA
hoy las calles recuerdan
que fueron campo un día.
LA NOCHE DE SAN JUAN
Los patios y su antigua certidumbre
CERCANÍAS
En ti está la delicia
como está la crueldad en las espadas
...
Agravando la reja está la noche
SÁBADOS
Y en gradual soledad
al volver por la calle cuyos rostros aún te conocen
TROFEO
La mano jironada de un mendigo
agrava la tristeza de la tarde
ATARDECERES
Los trémulos colores se guarecen
en las entrañas de las cosas
CAMPOS ATARDECIDOS
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes
DESPEDIDA
La corrupción y el eco que seremos
...
Los sajones, los árabes y los godos
que, sin saberlo me engendraron,
¿soy yo acaso esas cosas y las otras
o son llaves secretas y arduas álgebras
de lo que no sabremos nunca?
LÍNEAS QUE PUDE HABER ESCRITO Y PERDIDO HACIA 1922
Si en un libro de escasas 50 páginas, alguien de mediana sensibilidad (Crab, no olvidemos, no es un crítico, apenas un sensible apreciador) pudo encontrar todos estos ejemplos, discutibles, pero que hicieron vibrar algo oculto, recóndito, que ni él mismo sabría explicar, ¿qué no pudiera encontrar un explorador más avezado? Quisiera oír a Hipólita, sin duda con más pergaminos.
Finalmente, propongo un desafío a la inteligencia.
Hay un verso de Fundación mítica de Buenos Aires, que dice:
El corralón seguro ya opinaba IRIGOYEN. (sic mayúsculas)
¿Quièn me sabe explicar el sentido de este verso
Por supuesto, tengo mi propia interpretación, con la que no coincidió ninguna de las personas amigas a las que consulté.
¡A opinar!

3 comentarios:

  1. Anónimo2:35 p. m.

    es bonita y ligera
    la ligereza
    más que la mano jironada (¡jironada!)
    del mendingo
    las entrañas(¡las entrañas!)
    de las cosas
    la calle cuyos (¡cuyos!)
    rostros
    Borges poeta está
    lleno de ripios
    debería tomarse
    a si mismo
    con más ligereza
    vos también
    crab deberías
    tomarme
    con más ligereza
    la ligereza es mi valor

    Hipólita

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  2. Hipòlita: si en unos 70 versos que cito, has encontrado tres o cuatro objeciones, puede que la culpa sea mìa al elegir; de todos modos, no es mala performance.
    No contestaste mi encuesta. Me interesa tu opiniòn (y en ese verso hay metàfora, personificaciòn, pero no hay ripio).

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  3. Anónimo12:30 p. m.

    no encontré tres
    cité tres
    es fácil no veo hermetismo:
    quiere decir
    pasó el tiempo y ya es
    la época de Yrigoyen
    mi tocayo

    Hipólita

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